Sueño 1
–Dream one–.
[Doce horas antes, Praga]
Una chica, de unos quince años iba caminando por la acera. Llevaba un vestido ceñido al cuerpo, corto. Muy corto.
—Exagera —le dijo Manoon a su compañero de asiento. —Demasiado.
—¿Y? —le respondió el chico. —Tiene lindas piernas. Si no la quieres, es mía.
Manoon lo miró con seriedad. Sus ojos marrones se clavaron en él como cuchillas, dolorosamente frías.
—Ni lo pienses novato, yo la vi primero —acto seguido salió del auto, estacionado estratégicamente a una manzana de la disco. El chico masculló algo cuando él se encontraba lejos.
Era típico que M. se quedara con las mejores, dejándole a él, solo las marginadas de la fiesta.
Bajó él también del auto, dando pequeños saltitos al tocar el suelo, puesto que estaba lejos del borde de la acera.
Empezó a correr, intentando seguir a su “mentor”.
—Espérame —dijo una vez que llegó a su lado.
Manoon, con su impresionante figura superaba ampliamente a su aprendiz, con un metro noventa y tres de altura, dejaba corto a Andy, con sólo uno setenta.
Él chico intentó buscar su rostro, oculto por una capucha larga y negra. Al igual que él, ambos llevaban un chaleco negro, remera blanca justo debajo y jeans oscuros.
— “Somos las sombras” —le había dicho una vez, el líder de La Ansia, el grupo –pandilla– al que se había unido Andy tan solo un mes atrás.
Ahora, horas después de haber elegido su objetivo, Andy esperaba afuera de una habitación, cruzado de brazos y escuchando a todo volumen por sus audífonos.
No quería oír los gritos, los ruegos, y luego el silencio espantoso que había escuchado la primera vez que se había quedado esperando a sus compañeros.
Finalmente sintió cómo Manoon abría la puerta.
—No tienes que quedarte todas las veces ¿sabes? —le dijo él, despeinando al chico. —Es más, es tiempo de que empieces a moverte solo chico. Ya estás grande para tener una niñera.
—No recuerdo que mis niñeras me enseñaran a matar —murmuró. M. le sonrió y sacudió la cabeza, divertido.
—Vamos, te llevaré a casa, y no te quiero afuera después de las dos ¿está bien? Es peligroso que estés solo con esa chaqueta. La policía…
—Ya basta Manny, entendí.
—Buen chico.
Ambos se introdujeron al auto, en el cual, antes de partir, Manoon se quitó la remera manchada con sangre fresca…
[Al presente, Praga]
Selena se encontraba sentada, observando el televisor, que estaba justo frente a ella.
Un periodista hablaba de otra matanza.
—Rogamos a la gente que permanezcan en sus casas hasta nuevo aviso…
Una mano se posó en su hombro, y presionó su piel, llamando la atención de la chica.
—Ya nada es seguro, Selena —lo miró por el rabillo del ojo, llevaba su traje militar y la mochila al hombro. —No te quiero afuera después de las seis, ¿entendido?