Las mejores cosas de la vida vienen con un precio.
Tú siempre sentirás que todo está bien, incluso cuando la lucha aún no ha terminado.
Palabras quedan atrapadas en tu garganta, para luego convertirse en lágrimas. Lágrimas de dolor, angustia, soledad.
Creo que todos caemos a veces… Y depende de nosotros levantarnos. Subir cada peldaño para ser mejores.
Pero hay veces… Que alguien interrumpe nuestra subida, y nos hace dar fuertemente contra el piso. Alejándonos de nuestros sueños. Dejándonos fuera de la realidad, mientras intentamos subir nuevamente, muchos perecen.
Desperté entre las familiares sábanas blancas de una cama doble con dosel. Estaba en casa.
Unas ventanas que iban del piso a la pared me recibieron con los rayos cálidos del amanecer.
Solo faltaba algo…
Miré hacia la mesa de madera junto a la cama. Justo encima de la mesita de luz, un reloj tallado a mano, en forma de dragón marcaba las diez y media. Relativamente temprano.
Decidí levantarme y darme un refrescante baño matutino.
En cuanto atravesé la puerta del comedor lo vi allí, parado. Con su espalda ancha ligeramente encorvada, y su clásica camiseta blanca, marcando cada músculo, cada fibra de su ser.
Tenía los brazos cruzados y tenía un despeinado conocido en la parte posterior de su cabello castaño.
Estaba mirando por la ventana, el hermoso paisaje del exterior. Con el lago de cabecera y un bosque más atrás.
Intenté acercarme sin hacer ruido, pero soy demasiado torpe y, por poco y caigo de rodillas, antes de que él me atrapara y levantara de un tirón. Suspiré aliviada.
-¿Qué haces despierta tan temprano? –me reprendió, mientras se alejaba unos pasos y volvía a darme la espalda.
-De vez en cuando debo hacer un buen acto y levantarme temprano –le reproché, colocándome a su lado para ver el paisaje.
-Claro –sonrió irónicamente –lo empujé levemente con el cuerpo, a lo que él respondió haciendo lo mismo.
-¿Estamos bien, cierto? –pregunté algo insegura. Su expresión se tornó fría. Seguía sin mirarme.
Finalmente posó sus ojos en los míos y dijo:
-Estamos bien. –Acto seguido besó mi frente y me apretujó en un abrazo de oso, dejándome sin aire.
-DOS DÍAS ANTES- [flashback]
-¡Eres un estúpido! –grité fastidiada y un poco ebria a Justin.
-Madi, cálmate –me tomó por los brazos, tan sereno como siempre. Me da asco.
-Aléjate de mi asqueroso vagabundo –me zafé de sus manos y me dirigí a la barra repleta de chicos lindos. Uno ya me había echado el ojo y se acercó con grandes zancadas
-¿Estás sola hermosa? –dijo por encima de la música. Asentí. Me sentía ligeramente mareada y un poco desorientada. Pero eso no impediría que me divirtiera esta noche.
Me tomó del brazo y me llevó afuera. Allí me estampó contra una pared con tal fuerza que me dejó viendo estrellas.
-Suéltame –susurré. Estaba demasiado borracha para decir nada coherente.
Él sonrió maliciosamente y cuando estaba a punto de bajar el cierre de mi vestido alguien lo agarró de la capucha y quitó su peso de mi cuerpo, que cayó de rodillas al suelo.