Capítulo 1

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Se siente la arena bajo mis desnudos pies mientras camino lentamente a la orilla de la playa, escucho el cantar de los pájaros y el repicar de las olas al golpear con las rocas.

Miro a los alrededores, no se si estoy buscando algo o a alguien, pero de igual manera no logro localizar a nadie... Veo al horizonte y me encuentro con el atardecer, tiene unos colores hermosos, la combinación de morado y naranja, creo que también distingo algo de rosa y amarillo, quedo hipnotizado por unos segundos hasta que escucho a alguien.

—Bonita vista ¿No?–dice un chico atrás mío sin apartar la mirada del atardecer, esta sentado en la arena apoyando se en sus manos, carga una vestimenta blanca y al igual que yo, no tiene nada en sus pies, posee grandes ojos color miel, el reflejo del sol le sentaba bien, cabellera larga y amarilla, en realidad casi blanca, su piel es clara; aunque no tanto como la mía, labios finos y rosados.

Vuelvo mi vista al atardecer y contesto. –, bastante.

El chico se levanta de la arena, se sacude y camina hacia . –el sonar de las olas me parece muy tranquilizante, ¿a ti no?–siento cuando su mano toca mi hombro suavemente, volteo hasta chocar con su mirada y asiento lentamente, él aparta su mirada y continua. –Tenemos que tener en cuenta lo maravillosa que es la vida y apreciar cada momento; como éste por ejemplo, no ves cosas así a menudo –volteo para mirar nuevamente el paisaje. De verdad es muy hermosa la vista. –pero no te confíes, no siempre todo sale bien –su tono de voz cambio, ahora es más fría y seca. –como puede haber cosas buenas, también hay malas.

Se siente un incómodo silencio, ya no estoy mirando al atardecer, en cambio mi vista esta baja, centrada en la arena entre los dedos de mis pies. Se rompe el silencio.

—Ahora lo sabes –dice mientras me sonríe, tenia una sonrisa hermosa.

—¿Y cómo sabre identificar algo bueno de algo malo? –pregunto cuando por fin salen palabras de mi boca.

Me dedica una tierna sonrisa mientras me mira. –Hora de despertar Aron.

—Aron, cariño, despierta, ya es hora de irse –dice mi madre mientras de estremece de un lado a otro. Fue solo un sueño.

—Sí mamá, ya escuché, voy –digo entre bostezos, aunque me acabo de despertar me siento cansado.

—Bueno si no te levantas ahora llegaras tarde, otra vez.

—Si mamá, ¿ya te puedes ir?

—Como quieras –dice mientras camina hasta la entrada de mi habitación– apresura te el desayuno ya esta listo –sigue caminando y cierra la puerta tras de ella.

Me levanto, sacudo mi cabello, creo que ya necesita un corte, y froto mis ojos para despertarme de un "todo". Me dirijo al baño para hacer mi rutina mañanera (lavarme los dientes, hacer pis y bañarme), cuando salgo de la ducha el espejo esta empañado, lo limpio un poco con mi mano para ver mi reflejo, si lo pienso, no soy tan feo como lo imagino, tengo ojos claros, piel pálida; aunque demasiado a mi parecer, cabello liso y negro como las plumas de un cuervo, labios bien definidos y algo carnosos, hasta mis cejas se ven bien, no de esas gigantescas o que se unen con la otra, en cambio, dan la impresión de que me las sacara. Si no estuviera el simple hecho de ser yo, seria un buen partido para cualquiera.

Salgo del baño con la toalla al rededor de mi cintura y busco ropa en el armario, tomo lo primero que encuentro, unos pantalones negros y una camisa blanca con un estampado sin sentido, me colocó un bóxer y lo que anteriormente agarre, tomo las botas que siempre uso y bajo rápidamente a la cocina.

—Buenos días –digo al momento de sentarme en la mesa para desayunar.

—Vaya, ahora si te dignas en levantarte ¿No? –dice mi padre de mala gana, esta sentado frente a mí, me limito a mirar mi comida, darle un mordisco a la empanada e ignorar su comentario.

—Hijo ya es hora de irse, en realidad... –suspira y continua– ya se te hizo tarde otra vez.

La miro con comida en la boca y puedo notar decepción en su rostro. Mientras vuelvo mi vista hacia mi papá, él se nota enfadado, como siempre en realidad, doy unos cuantos mordiscos más, tomo mi mochila y salgo de la casa sin decir palabra alguna.

Camino hasta el instituto, no queda muy lejos, solo tengo que pasar por un parque y unas dos calles más. Miro al cielo, no hay nada, ni una nube, ni una ave, nada, se ve completamente azul, siento un pequeño golpe en el hombro

—Mira por donde caminas –dice un chico con el que al parecer choque– deja de mirar nubes niño.

—Lo siento –digo mientras noto como mis disculpas se desvanecen, cuando él chico sin mirarme sigue su camino– vaya, creo que las personas no andan de buen humor hoy –sigo caminando, ya voy 10 minutos tarde.

Luego de caminar una calle más llego al instituto, como era de esperarse el pasillo estaba totalmente solo, busco mi aula, la 3-P, como todos los viernes, a primera hora me toca Física. Mierda. El Profesor Robert no es uno de mis favoritos, en realidad, es uno de los que detesto. Cuando llego toco la puerta para que me dejen pasar y ver lo que falta de clase, como era de esperarse todos me miraron y algunos al final se reían; aunque no entiendo el porqué, solo llegue tarde, ya debieron acostumbrarse.

—Otra vez tarde Sr. Miller –dice el profesor de mala gana.

—¿Me piensa regañar o puedo sentarme ya? –digo en tono seco y cortante.

—¿Y se supone que ustedes son la siguiente generación? –suspira y mueve su mano indicando que pasara– pase, rápido.

Definitivamente odio estar aquí. No puedo mirar a ninguno de mis "compañeros" mientras camino hasta el último puesto para sentarme; aunque igual no me interesa a todos los odio, mi mamá es la única lunática que piensa que conviviré en paz con estos idiotas. Llego al final de la tercera fila y me siento.

Así empieza otro horrible día.

Sunlight: Un Mes De Tinieblas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora