prólogo

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Se escuchaba el crujido de las ramas y hojas quebrando se bajo mis pies mientras corria a toda prisa esperando que en algún lugar de aquel aterrador bosque se encontrara alguna señal de vida que tal vez podria salvar la mía, en cambio a eso, no se escuchaba otro ruido aparte de mis pisadas y las de la persona que en algún momento confié, y que ahora me persigue para asesinarme, no tengo ni la menor idea a donde ir, solo espero alejarme lo más que pueda...

—No podrás escapar de mi Aron. –dice a gritos y en son de canto la persona que supongo, me matara hoy.

Esto no me ayuda, siento más frío el sudor que baja por mi nuca y un nudo que se intensifica en mi estómago, y aunque ya llevo un tiempo corriendo sin algún destino, nace en mí más energía haciendo me correr con mayor velocidad (no esta mal para alguien que no práctica ningún deporte) pero... Cuando pensaba que ya me había alejado lo suficiente como para no verlo, aparece su silueta frente a mí como una pared, al verlo intente frenar pero por lo rápido que iba lo único que cause fue el resbalar me y caer.

—¿No te lo dije? No puedes huir de mí. –dice con una sonrisa burlona mientras sus pies rodean mi cuerpo tumbado y sus manos sujetan mis muñecas.

—Esto es... –trago en seco y continuo– ¿esto es lo que de verdad quieres?. –preguntó.

Se mantiene un momento en silencio quitando su sonrisa y mirando me fijamente, notaba duda, ansiedad y otro sentimiento que no lograba descifrar, dio un suspiro y dijo:

—En realidad sí, me gusta el sufrimiento de los demás, pero el tuyo... –sonrió nuevamente y vacilo, acercando su rostro al mío, tan cerca que sentía como su respiración chocaba con la mía, estaba paralizado, incapaz de mover un solo músculo– el tuyo es especial. –continuó– me hace sentir tan... Bien. –sonrió ampliamente, su sonrisa se volvió aterradora... Demente en realidad.

—Yo confié en ti. –dije entrecortado.

Sonríe aún más —Que gran error el tuyo Aron, al final fui yo el lobo disfrazado de oveja. –rie de una manera tan aterradora que provoca un escalofrío en todo mi cuerpo.

No puedo evitar soltar un sollozo cuando saca una daga de su espalda rozando la con sus labios de una manera lenta y atrevida, para luego acercarla a mi cuerpo totalmente inmóvil en el suelo, la pasa suavemente por mi mejilla, aunque lo suficiente fuerte como para rajar la un poco, dejando así correr la sangre por mi rostro, intento moverme para zafarme de su encierro, pero resulta inútil, me aprieta más fuerte las muñecas y dice:

—¿Crees que será tan fácil?. –rie– esto será divertido...

¿Así terminara todo?¿Moriré hoy?¿Cómo no lo pude notar? Ahora estoy tirado en el suelo de un remoto bosque donde nunca encontraran mi fallecido cuerpo... ¿Ahora qué?.

Sunlight: Un Mes De Tinieblas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora