No te enamorés de ella.
Me lo decían una y otra vez.
Pero decidí arriesgarme y darlo todo por ella.
Lo trate una y mil veces, de mil formas posibles.
Pero no.
Ella nunca fue para mi, ella se dejaba llevar por el placer material que da el dinero y nunca pensó en el placer emocional que podría sentir al recibir un abrazo.
Mis humildes intenciones no valían nada al lado de esos enormes fajos de billetes que la conquistaban.
En ese preciso instante entre en razón.
Que saco con entregarle todo el amor de mi corazón, si al fin y al cabo ella prefiere coches lujosos, marcas de buen diseñador y noches de lujuria con algunos viejos con ambición.
Tal vez no tenga un castillo, ni una mansión, pero yo aún le pongo sentido a cada canción de amor, de esos amores imposibles, de esos amores infieles, de esos amores que aun que aún no se conocen, se conocerán tal vez en alguna parada del bus o en alguna carretera.
Esta mujer de las que le llevó hablando es mi gran amor, un amor imposible.
Imposible porque ella esta cegada por el dinero y los lujos.
No te enamorés de ella!
Me lo repetían y tenían razón.
Tanto sudor y sufrimiento me costó llegar a entender que ella no era para mi.
Pero al fin y al cabo, algún día llegará quien se enamoré perdidamente de mi.
Y ese día se pintará una bella sonrisa en mi rostro y en mi alma, que mucho desea hacer sentir a una mujer única y especial con todo aquel amor que tengo para entrar.