capítulo 3

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Ya estaba anocheciendo y Edu estaba cansado de tanto caminar en busca de un lugar seguro en el que refugiarse hasta que se le acabaran los pocos alimentos que le quedaban.
Llevaba muchos días caminando sin encontrar nada de comida ni un refugio donde pasar más de una noche seguida sin ser atacado por algún zombie.
Ya no le quedaban fuerzas, se quería rendir.

Pero entonces lo oyó, un grito desgarrador.

Al principio creyó que se había vuelto loco a causa de llevar tanto tiempo sin relacionarse con nadie, así que lo paso por alto. Hasta que lo oyó de nuevo.

Comenzó a correr como loco hacia el grito a pesar de estar sin fuerzas. Estaba seguro de que el grito provenía de una niña y no iba a dejarla morir sola, no si lo podía evitar.

Al ver una pequeña cabaña a lo lejos aumentó la velocidad. Y cuando llegó intento hacer el menos ruido posible.

Era una cabaña de lo más terrorífica, bueno, todo era terrorífico en un mundo lleno de zombies.
Era de madera vieja y oscura y tenía dos plantas. Parecía que se fuera a derrumbar en cualquier momento.

La puerta estaba abierta así que entró y subió al piso de arriba con mucho cuidado de no romper ninguna escalera.

Cuando llegó al piso de arriba solo había dos puertas abiertas y como la primera estaba justo en frente de las escaleras, ya sabía que en esa no había nadie ya que mientras subía esas eran sus vistas.

Se acercó a la segunda puerta y vio a un zombie, la niña se encontraba detrás de una mesa volcada a modo de escudo.

Edu cogió el mejor cuchillo que guardaba en la mochila e hizo ruido para que el zombie dejará a la niña.

El zombie al percatarse de su presencia empezó a caminar hacia él y Edu le clavó el cuchillo en medio de la frente sin pensárselo ni un segundo.

Había salvado a la niña. Y sentía el deber de cuidarla y protegerla de todo.

-Ya estás a salvo pequeña. -dijo Edu acercándose a la mesa mientras limpiaba el cuchillo en su camiseta y lo guardaba de nuevo.

Apartó la mesa para que ella pudiera salir y nada más verlo ella corrió a abrazarlo.

Sin duda iba a cuidar de ella.

-Gracias...-dijo la pequeña llorando sobre su camiseta.

-No me las des.

La niña se quedó un rato abrazandolo y él ya no sabía que hacer.

-Hey, dime, ¿cómo te llamas? -dijo Edu apartandola y mirándole a la cara. Parecía un cachorrito indefenso.

-Can...Candela. Pero todos me llaman Cande, bueno, me llamaban. -a Edu se le rompió el corazón al oír el "me llamaban".

-Que nombre tan bonito. Yo tengo un nombre super aburrido: Eduardo. Parece de hombre mayor que trabaja en una oficina y sólo come donuts. -eso hizo sonreír a Cande. -Así estas mucho más guapa.

- Te llamaré Edu, Eduardo es aburrido.

-Genial. -dijo Edu sonriendo -¿Tienes hambre?

La pequeña asintió así que Edu bloqueó la puerta de la habitación con la mesa que utilizaba Cande de escudo, se sentó en el suelo y sacó la comida que tenía en su mochila.

Hicieron un pequeño picnic en el que ambos se contaron como habían acabado solos.

Cande tenía 11 años y tuvo que ver como su hermana fue comida por su propia madre, la que había sido mordida al ir a buscar provisiones.
La pequeña lloraba mientras contaba la espantosa escena que tuvo que vivir. Ese día huyó y no volvió a ver a ningún conocido.
Había estado casi un mes viviendo sola, luchando y huyendo de todos los zombies. Con tan solo 11 años.

Y Edu al escuchar su historia no pudo evitar la caída de sus lágrimas.

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2017 ⏰

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