El tercer trueno.

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Versión 1.0.1

                Cuando el tercer trueno de la noche retumbó en el cielo salió del departamento y emprendió su búsqueda para encontrarla en el edificio, el pasillo se encontraba vacío y el silencio reinaba enmudeciendo hasta los pensamientos que en su cabeza habitaban. Era un pasillo cuadrado, uno de los lados no era mas que una pared y enfrente tenía a las escaleras que conectaban toda la estructura, los otros dos lados eran los departamentos de ese piso. Corrió hacia el departamento de enfrente y tocó a la puerta, abrió un tipo de cabello largo y negro que lo invitó a pasar.

—Sólo quería saber —empezó a decirle mirando su larga cabellera— si ha visto a mi….
— Relájate — le sugirió interrumpiéndole — te ves fatal, siéntate y cuéntamelo todo — le dijo mientras se hacía a un lado para darle el paso y dejarle ver un sillón gris que daba la impresión de ser muy cómodo.

Mientras avanzaba hacia el sillón pensaba en si aquella era la decisión más sabia o debía salir corriendo de ahí y continuar con su búsqueda, no pudo meditarlo mucho tiempo por que su anfitrión lo desconcentro ofreciéndole un té, nuestro buscador asintió con la cabeza y se aventuro nuevamente a descubrir lo que tenía que hacer, pero nuevamente fue interrumpido cuando la bebida que se le fue prometida llegó a su poder. Tomó de la taza 2 tragos para aclarar su garganta antes de contar lo ocurrido, pero al separar sus labios de la porcelana cayó dormido al instante, causa de la fuerte droga que el dueño del departamento le había administrado en su té.
Y soñó, era una pesadilla, soñó que nunca la encontraba, soñó que nunca volvía a el por que ya estaba muerta, el miedo, terror y tristeza lo inundaron y se apoderaron de el hasta que su subconsciente no pudo mas y despertó.

Abrió los ojos y lo primero que vio fue el foco que colgaba en el techo, se levantó y buscó al de cabellos largos y negros para notificarle que seguiría con su misión, había dormido toda la noche y ya los rayos del sol atravesaban la ventana, golpeándole la cara. Lo buscó arduamente pero era el la única persona en ese departamento. Salió del lugar dejando la puerta abierta y se dirigió escaleras abajo hacia los otros departamentos, había perdido mucho tiempo, tiempo valioso, tiempo que habría servido para encontrarla o para al menos acercarse más a su paradero. Se puso aún mas tenso y angustiado.
Tocó a la puerta mas cercana al pie de la escalera y lo recibió una joven chica de dorados cabellos y amplia sonrisa.

—Solo quería saber — empezó a decirle a la joven — si ha visto mi…
— No te encuentras bien— le interrumpió —¿qué es lo que te pasa? ¿En qué puedo ayudarte? —preguntó preocupada mientras lo jalaba con cariño del brazo y lo sentaba en un sillón — te traeré un té — concluyo acariciándolo.
— No, no quiero nada —le contestó desesperado.
Su anterior experiencia con el té le había costado mucho tiempo y no planeaba desperdiciar mas cometiendo el mismo error. Ella notando la angustia en su voz se sentó  junto a él y escucho la mas corta versión que pudo ofrecerle sobre como perdió a su amada. Cuando acabo de contarle ella se paro tan velozmente que el no se dio cuenta.
— iré por un abrigo — le dijo la de dorados cabellos — y te ayudaré, la encontraremos, no te preocupes.

Sin esperar la aceptación de nuestro buscador, se dio la vuelta y corrió hacia su habitación. Él se encontraba desesperado pero encontraba un poco de consuelo en la ayuda que le brindarían, así que, complacido la esperó mientras miraba su reflejo en una mesa de cristal situada a un metro del sillón.
Se analizó, su pelo era muy café y corto, estaba desalineado y le empezaba a crecer la barba y el bigote, el dormir en la casa del vecino no le había quitado las grandes bolsas que cargaba bajo los ojos producto de sus noches de insomnio acompañado de su amada.

Todos sus pensamientos regresaron a ella, su anhelada, se perdió pensando en su reencuentro y su mente recayó en el tiempo, tenia que encontrarla lo antes posible. La chica de dorados cabellos no había regresado y el ya había pasado una considerable cantidad de tiempo esperándola, camino con dirección hacia su dormitorio y al llegar a la puerta se dio cuenta de que no podía infligir la privacidad de la joven.

—es tarde, tengo que irme —dijo frente a la puerta del cuarto —puedes alcanzarme mas tarde, agradecería tu ayuda —concluyó.

Pero no recibió respuesta alguna, solo se escuchaba el reloj marcando el tiempo, el maldito tiempo, el que ya no tenía. Salió del departamento y sin cerrar la puerta se dirigió corriendo hacia el de enfrente, tocó la puerta.

— ¡lárguese! —le grito la voz de una persona que no le abriría la puerta.
—solo quería saber… — empezó a decirle desesperado.
— no, no la he visto, le avisaré si lo hago — le respondió la voz tras la puerta.

¿Cómo le iba a avisar si no sabía quien era? ¿Por qué no le abrió la puerta? ¿Cómo sabia que era lo que buscaba nuestro protagonista? Ninguna de estas preguntas se cuestionó nuestro buscador, estaba concentrado en su amada, la desesperación, tristeza y terror volvieron a dominarlo, no podía controlar su cuerpo ya que era totalmente del miedo ahora. Miedo a no recuperarla, miedo que lo arrastró escaleras abajo hacia el lobby donde pudo recuperar su cuerpo y tranquilizarse un poco. Tenia que pensar su próxima acción pero no podía concentrarse, sus pies le pesaban, decidió sentarse ahí en medio del lobby, pero aun no podía concentrarse, su espalda lo estaba matando, decidió acostarse… cerró los ojos… y durmió.

Y soñó, esta vez fue un sueño lleno de felicidad, la recuperaba, eran uno mismo y el nunca la volvía a perder. La necesidad de volver ese sueño realidad lo despertó. Era ya de noche.
Abrió los ojos y lo primero que vio fue una cámara de seguridad en el techo, no tuvo que pensarlo ni un segundo, frente a el se encontraba el camino a su amada, las cámaras de seguridad del edificio tuvieron que haberla captado y viendo las cintas de vigilancia daría con su localización, solo tenia que encontrar al gerente, decirle que le enseñara las grabaciones y se reencontraría con su amada por fin.

Ubicó el departamento del gerente, se encontraba a unos cuantos metros de el en el mismo lobby, corrió hacia la puerta con mucho entusiasmo y se detuvo justo antes de tocar; se percato de que la puerta ya estaba entreabierta y la abrió por completo, la puerta rechino pero no fue capaz de oírlo por que al mismo tiempo el primer trueno de la noche retumbó en cielo.
El departamento era pequeño, al fondo había una cama, un gran ropero y una mesa, pero ahí enfrente de el se encontraba una bestia, un ser temible, terrible, psicópata, pero normal:
un hombre; el hombre, el gerente.
A la derecha del gerente había un escritorio lleno de maquillaje, una gran variedad de cuchillos y pelucas; una de ellas era azul, la otra era de cabellos largos y negros, una mas de cabellos dorados y una última de cabellos cortos desalineados color muy café.

Era una extraña combinación la de los artículos de ese escritorio, pero nuestro buscador ni siquiera se percató de su existencia, estaba concentrado en otro escritorio a la izquierda del gerente el cual estaba lleno de pantallas que grababan y transmitían en directo lo que las cámaras observaban… ese era el único detalle del departamento que le importaba.
El gerente vio a nuestro protagonista a los ojos y lo leyó… comprendió lo que hacía ahí y lo que le preguntaría, tomo dos tragos a una taza de té que sostenía en la mano para aclararse la garganta, tomó un cuchillo de su escritorio y se acercó lentamente hacia el buscador.

—No tienes que buscarla, ella te encontrará y siempre regresará — le dijo el gerente.
Nuestro buscador… dejó de buscar, sabía perfectamente  donde se encontraba, dio media vuelta y salió corriendo directo a su departamento, el lugar donde inició su búsqueda y a donde regresaría ella, al llegar, abrió la puerta y ahí se encontraba… camino hacia donde estaba y…

El segundo trueno de la noche retumbo en el cielo, lo desconcentró.
Tuvo que separar el lápiz del papel, estaba a punto de terminar la historia así que podía darse el lujo de tomar dos tragos de su té, suspiró, volvió a tomar el lápiz y ¡sorpresa! Había perdido la inspiración…
¡No podía ser cierto… su inspiración se había esfumado y ahora no podría escribir que pasaría con el protagonista de la historia y con su amada! El gerente le había dado la respuesta y por fin su búsqueda acabó, solo faltaba la conclusión… Las cosas no podían quedar así, por lo que comenzó a buscar su inspiración por todo el departamento pero fue en vano… así que…

Cuando el tercer trueno de la noche retumbo en el cielo salió del departamento y emprendió su búsqueda para encontrarla en el edificio.

El tercer truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora