Capitulo 3

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Kristopher.

¿Alguna vez les han robado algo que era importante? Bueno ese sentimiento de perderlo, era lo mismo que sentía en este preciso momento.

Había alejado a Jan, por mi cobardía y si que dolía, esta vez no era como antes, sentia que esta vez iba en serio.

Algo extraño estaba pasandome. Con tan sólo un leve roce hacía  estremecerme y los bellos se me ponían de punta. Hablar con ella se complicaba, las palabras me faltaban y me sentía extrañamente inquieto, expectante ante lo que diría, los nervios salían a flote. Verla a los ojos se estaba volviendo adictivo, el brillo en sus ojos podían alumbrar toda una ciudad entera, y alumbraban mi vida.

Estaba poniendo un océano entre nosotros, cada vez se hacía más largo el fin, lo cual daba  miedo, pero ¿Miedo de que? Era absurdo por cualquier lado que lo viera, sólo era una pequeña etapa que pronto íbamos a solucionar, ella vendría, me pediría perdón y asunto arreglado.

Esta tarde barrio con mi dignidad, la hizo pedazos y no conforme con eso me lo restrego en la cara.

—La vi dar la vuelta y no volteó a verme, se largó, me dejo ahí parado como un tonto —Tomó el shot de tequila doble. Esa sensación de odio se estaba colando en mi sistema.

—Lo merecias —Volteo a ver a mi amigo Elijha y le lanzó la peor de mis miradas— Ni me veas así, fuiste un cabron y te lo advertí —Me sentencia con su dedo indice.

—Esta bien, tenías razón, pero pudo ser un poco más condescendiente, tratar de entenderme como yo muchas veces atrás lo hice, creo que lo merecía, por todas esas veces en las que  incondicionalmente estuve para ella, dejando de lado mi dignidad para aliviar su dolor. Creo que merecía que ella viera por lo que estaba pasando —Mi amigo me deja hablar y soltar todo el dolor que tengo en el corazón.

—¿Cómo pretendes que lo sepa si no se lo dices? Pedazo de inútil —Le hace un ademán al cantinero para que traiga otros dos shots.

—Yo... —El cantinero pone el shot, lo llevo a mis labios para después beberme hasta la última gota. La garganta me quema pero el dolor duele incluso más.

—Kristopher, por favor amigo, eres más inteligente, no te ciegues, la amas, pídele perdón —Me regala su shot y hago lo mismo que con el otro, lo bebí sin dudarlo.

—La amo —Arrastró las palabras, el tequila está haciendo estragos en mi cabeza.

—Ve y pídele perdón —Pone su mano sobre mi hombro.

¿Elijha tendrá razón? Ella había destruido mis sentimientos, se fue indignada. Yo también merecía estar indignado.

—No y no —Niego con la cabeza— Ella se burló de mis sentimientos —Apuntó
—Deje el orgullo a un lado y fui a pedirle perdón, me dijo que no lo merecía y que mis disculpas ya no servían. Ella debe pedirme perdón —Asiento indignado.

—Dame una buena razón para que ella te pida perdón —Mi amigo se está enojando y puede ser peligroso— Abre los ojos, ella tiene razón, le dejaste de hablar por ¡Un mes! Tu y yo sabemos más que nadie lo duro que la pasa, recuerda que su autoestima está por los suelos —Abro los ojos como plato— Y tu mi amigo, fuiste el primero en pisotear sus sentimientos, la evadias por TU cobardía —Las palabras son procesadas por mi cerebro muy lentamente, pero cada una va dando un golpe duro y contundente en mi consciencia, quebrantandola de forma estrepitoso.

—Mierda... Vamos a su casa  —Era un completo imbécil y Elijha tenía razón.

Tome la decisión yo sólo, evitarla pense que sería lo mejor, cuando le había causado tanto daño, la preocupé, y no le di tan sólo una razón de mi comportamiento tan ausente. Tenía razón, estaba en todo en su derecho al estar indignada y enojada, había sido un idiota pero no lo quería admitir.

—Alto campeón, deja que se te baje la borrachera.

***

Eran las doce de la madrugada, daba vueltas y más vueltas al asunto. Me acercaba a la puerta y después me arrepentía.

—¡Joder! Que difícil —Llevo mis manos al cabello y lo jalo levemente.

—Claro que es difícil, vienes a pedirle perdón a tu amada —Suelta una risa.

—Callate, no es mi amada, sólo es mi amiga, casi mi hermana —Lo golpeó en el pecho.

—Si sobre todo...

—Cállate, tu no sabes nada, no sabes lo que dices —Lo fulmino con la mirada.

—Si tu lo dices —Alza las cejas y una sonrisa burlona se dibuja en su rostro que quisiera golpear hasta el cansancio.

—Te callas y punto —Sentencie.

—Ve y habla con tu ama... Perdón Jan —Ruedo los ojos, por su chiste tan absurdo.

Avanzó y sin más tocó el timbre, las ganas de salir corriendo me abrazan, pero la rapidez de Martha gana y no hay escapatoria.

—Kris, hijo pasa no te quedes ahí —Su gran sonrisa calma mis nervios, amaba a esa mujer con todas las fuerzas— Elijha entra —Martha extiende sus brazos y lo abraza.

—¿Esta Jan? —Pregunto a pesar de mis nervios.

—Si, llego llorando, y no ha salido de su recámara ¿Qué le has hecho? —Martha es demasiado inteligente.

—Fue un completo idiota —Aprieto la mandíbula y abro los ojos recriminandole a Elijha— Ni me veas así, lo merecias.

—Callate Elijha —Frunzo mi entrecejo. Esta acabando con mi paciencia.

Entramos al gran recibidor. Su casa es totalmente blanca, dándole mucha luz a pesar de ser de noche. Las escaleras salían de los dos lados hasta llegar al segundo piso. Un lindo y enorme candelabro con piedras preciosas colgaba en el centro del recibidor. Había ciertos detalles en negro dándole ese toque elegante.

Los nervios se sentían latentes y potentes, me consumían pero muy en el fondo debía arreglar esta situación, la semana en que me aleje por ser cobarde la extrañe como un estúpido.

Cada escalón que pisaba, los nervios y la ansiedad me estaba consumiendo, el estómago se me revolvió y los tragos antes tomados hacían estragos quemandome la garganta.

La puerta me separaba de la persona que sabía perfectamente estaba ahí, seguramente llorando hasta el cansancio y me odio por haberle causado tanto dolor a la única mujer en la vida que valía la pena.

Los ladridos de Tyr el Husky de Jan se escucharon detrás de la puerta.

—Bonito ven y hazme compañía. Tu no me abandones —El corazón se me fracturó en mi pedazos y caí estrepitosamente con las rodillas al suelo.

Nunca lo hubiera imaginado, había sido un tonto, idiota, estúpido y mil calificativos más, sin embargo la idea de que estoy aquí para remediar el error, aliviaba el golpe duro de la realidad, la caída dolía menos pero era estremecedor de cualquier modo.

Los ladridos de Tyr seguían estando presentes y cada vez más eran más potentes.

—Jan —Me armé de coraje y valor y toque la puerta.

Hubo un silencio lleno de tensión, no había seña de Janine. Después escuche los pasos detrás de la puerta y después silencio de nuevo.

—Jan, abre se que estas detrás de la puerta —Dejo caer mi frente sobre esta para escuchar lo que hacía.

La manija empezó a ceder y la puerta se abrió lentamente. El pulso se elevó y todo yo era nervios...

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