La soledad me abrigaba como una manta en invierno, se sentía tibia y acogedora. Me sentía a salvo estando bajo su poder, y no quería irme de su lado, no cuando era lo único que tenía debajo de la fachada en mi rostro, en mis actos, y en el corazón.
Tyr mi husky siberiano estaba en mis pies con sus bonitos ojos con heterocromia, observandome con cautela, como si fuera a desarmarme en cuestión de segundos, cuidaba cada movimiento, cada gesto. El es valiente, algo de lo cual yo carezco. Me escondo entre las sombras, la soledad, y nadie lo sabe.
Lloro desahogando el dolor infernal y llameante en mi pequeño corazón frágil.
Tyr al parecer intrigado por mi actual estado, sus ojos hermosos lucían tristes, yo no quería verlo así. Sus patitas delanteras blancas estaban extendidas y su cabeza descansaba en ellas, mientras dedicaba esa típica cara de cachorrito a la cual, nadie podría resistirse.
Tyr comenzó a ladrar. Primero fueron esporádicos pero después se volvieron aún más constantes.
—Bonito ven y hazme compañía. Tu no me abandones —Dije con tristeza, él encantado recibió mi orden y se acurruco en el hueco entre mi brazo y estómago, el tibio contacto, calmó mi estado, ya no me sentía tan sola.
Era ilógico, pero tan cierto. Estar a su lado me brindaba fuerza que no sabía que tenía. Pero a pesar de ese gran alivio solo era una cuarta parte de lo que en verdad sentía, aún la soledad era parte de mi, por lo que me tenía bajo sus garras.
—Jan —Escuche una voz ronca, fuerte, pero carecía de algo.
Sabía perfectamente de quien provenía, crecí con Kristopher como para aprenderme su voz y casi con certeza cada uno de sus rasgos en el rostro.
Instintivamente, me debatía entre ir, abrir la puerta y fundirme en los brazos de Kris hasta que las lágrimas se secaran y el dolor desapareciera, o simplemente decirle que se fuera, que yo ya no quería nada que tuviera que ver con él.
Pero vamos, a quien engañaba, Kristopher me importaba tanto como si fuera Preston, mamá, papá, Martha, mis abuelos, tal vez y ya era tiempo de hacer las pases, tocaba perdonar y seguir adelante. Tomarlo era un riesgo que debía afrontar, no sabía si sería buena o mala la deducción, no obstante el destino lo diría, si fue o no pero ahora en este preciso momento, lo unico que tenía sentido era dejar a un lado el rencor y hacer menos difícil algo que puede tener arreglo.
—Jan, abre se que estas detrás de la puerta —No sabía como fue que llegue hasta ahí.
Segura abro la puerta y la figura derrumbada de Kristopher desarmo mi mundo, no era lo que me esperaba. Kristopher estaba sobre sus rodillas, con un dolor inexplicable, algo lo había sumido y rebajado a esto.
Le extiendo la mano y me observa con sus ojos hermosos, estan empañados, las lágrimas estaban a punto de salir pero las mantenía a raya. Después de ver mi mano y el rostro varias veces se levantó, tendió mi mano, sin pensarlo me arrastró hasta sus brazos y el pecho fornidos, sin embargo no había cabida para pensar en lo que sentía por él.
Sólo me puse a llorar, aliviada de que por fin estaba en sus brazos. No necesitábamos decir nada, ambos sabíamos que con un simple abrazo, podemos derrumbar murallas si así lo deseamos, que con un simple gesto el perdón llega con el, que a lo mejor el dolor no lo alivia del todo pero con el tiempo se regenera y nace como una mariposa después de ser una oruga.
Por fin me sentía completa, sobre todo feliz, y con un gran alivio.
El tiempo en el que estuvimos abrazados en silencio fue largo, con la cascada de lágrimas en mis ojos y en los de él.
—Lo siento —Su voz sonaba cálida y suave— Fui un tonto —Se separa un poquito y con sus manos grandes y gruesas retira las lágrimas esparcidas por mi rostro.
Empieza a acariciar mi rostro y me dejo llevar por el toque suave, cada músculo iba dejando la tensión, sentía el cuerpo pesado, me deje llevar por el vaivén de las suaves caricias.
Avanzamos unos pasos hasta que me hube sentado en la cama y él seguía de pie, trazando circulos con sutileza mi rostro, como si se tratará de un diamante precioso al cual tocar, o un pelaje de un lobo sedoso y tibio. El toque seso para después bajar hacia mi cuello, un leve cosquilleo me asaltó pero estaba sumida en sus caricias placenteras que mi cerebro inteligente lo deshecho de inmediato.
Sus manos abrazaron mi cuello con tal delicadeza, me trataba como si fuera una hoja de papel extra fina que con cualquier roce se rompería.
En mi pensamiento todo estaba en su lugar, o eso creía yo, a lo mejor y sólo estaba disfrutando el momento porque inconscientemente sabía que después de todo, la realidad llegaría a tocar mi puerta y me golpearia tan duro que nada podría amortiguar mi caída tan estrepitosa.
Sus dedos habilidosos y grandes podían rozar mi cuello y parte de mis mejillas. Tenía miedo de abrir los ojos y observar esos llamativos y exóticos iris azul del los que causaban algo extraño en mi, como si me sintiera aliviada e incómoda a la vez, un gran debate estaba en mi cabeza que ya no pude estar ensimismada en sus caricias tan placenteras.
Sin embargo el miedo que albergaba debajo era cada vez más latente, el corazón se había disparado en un gran frenesí, asustaba y no podía hacer nada para pararlo. Quería mantenerlo a raya pero el miedo y el nerviosismo me hacían temblar, temblar de verdad, el sudor frío recorrió mi espalda, las ganas de vomitar se expandieron en mi estómago logrando un vacío enorme.
Abrí los ojos, asustada con las latentes náuseas tocando la puerta.
—Janine, Relájate —Seguía pérdida en algún lugar de mi mente, mis ojos estaban abiertos pero omitia cada parte de lo que estaba al rededor— Relájate aquí estoy —Algo muy leve recorrió mi grande cuerpo, fue casi imperceptible pero lo suficientemente profundo para lograr hacerme estremecer. De nuevo una oleada más furiosa se expandió dentro del cuerpo que por fin me hizo reaccionar. Las caricias suaves en mis brazos, cuello, mejillas, frente, nariz y labios me recibieron.
Los fogases ojos de Kris penetraban los míos, no tenía miedo por el estado en el que caí, estaba curioso y orgulloso de poder hacerme volver.
De pronto la distancia se acortó, mi respiración empezó a perder el control, sus hábiles dedos trazaron caricias sobre mi cuello y me deje llevar. Olvide la distancia, olvide lo que estaba a punto de suceder, me deje llevar, me deje conducir por Kris que se veía un experto en esto.
Sus labios finos y tibios rozaron los míos, con seguridad tanta que me contagió. La sensación corrió por mi cuerpo grande y ancho a una velocidad impresionante. Sus labios volvieron a unirse a los míos y todo comenzó a dar vueltas, me sentía en las nubes, los fuegos pirotécnicos estallaron dentro de mi, estremeciendo cada rincón de mi cuerpo.
Inexperta abrí los labios y su lengua rozó la mía tímidamente, como si estuviera tentando terreno para seguir, yo no podía pararlo, las sensaciones explotaban y me hacían estremecer. Con su lengua ágil guió mis movimientos asustadizos, y en cuestion de segundos pude seguirle el paso un poco más segura, cada roce me llevaba a la gloria.
El mágico beso empezó a ser pausado y la realidad me golpeó de repente, la fuerte intensidad se esfumó, pero la lujuria seguía viva dentro de mi, pero la razón la nublo, y ahora retrocedía para alejarme de Kris.
Sus ojos agua marina brillaban y una gran sonrisa está dibujada en su rostro.
Mi confusión está a flor de piel, no se si fue correcto o no, fue maravilloso, me hizo sentir cosas que nunca había sentido pero a la vez me hizo sentir que no era correcto.
Por fin mis ojos voltean a ver los suyos, bastó un segundo para verlo y saber que esto había sido un error. Por otro lado Kris parece aun no entender lo grave que es esto, sigue con una sonrisa, al parecer lo hace feliz y eso a mi no me gusta.
—Fue un error —El mundo de Kris se cayó a pedazos, lo pude notar al ver como la ilusión partió de sus ojos y sólo quedaron vacíos sin ninguna expresión, ahora se le veía triste y a la vez confundido.
En un segundo el silencio sepulcral nos inundó en su manto y ahora todo estaba tenso.
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Amor En Juego
RomanceOtra jodida y masoquista historia de amor. Un sólo corazón roto luchando, mendigando el amor que nunca encontró. Ella vagando en medio de un huracán aferrandose a la esperanza que después de la tormenta sale el sol. Janine Baker una chica llena de i...