Copo tres: Seamos egoístas por una vez.

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Ж Copos de cristal Ж

Copo tres: Seamos egoístas por una vez.  

En esta vida hay cosas que simplemente nunca esperamos que pasen, eso lo sé. En mi caso: una de las cosas que jamás pensé que iban a sucederme era que me volviera una clase de fantasma; la otra, era que me llegase a enamorar de un joven tan activo y egocéntrico como Jack Frost; y; la tercera; era ir en camino hacia el polo Norte abrazada de Jack por una reunión que tenían todos los Guardianes. Algo anual, escuché decir a mi muy amado amigo de pelo blanco, pero como le había prometido a Norte que no me dejaría hasta que mi "regalo" lo viese con mis propios ojos, sólo tomó la decisión -sin consultarme antes, debo agregar- de que los dos iríamos al polo Norte. La pequeña hadita que desde la declaración tan... ¿interesante? Que Jack hizo, no dejaba de evitar que algún contacto más íntimo se diera entre ambos. Siempre que Jack me acorralaba y no veía ninguna salida para que algo sucediera, ese pequeño ser se entrometía y le arruinaba sus planes.

Ya estábamos a punto de llegar al polo Norte, estaba más que nerviosa, no había salido de Arendell desde que me volví un espíritu. Al llegar, lo primero que vi fue una gigantesca construcción que se alzaba ante mí de colores verduscos y rojos con matices blancas. Al entrar, lo que mis ojos divisaron de inmediato fue un gran globo terráqueo con miles de pequeñas luces brillantes, había una clase de cúpula arriba de mí, mieles de pequeños duendes pasaban por mis piernas y se me quedaban viendo. Les sonreí simplemente. Uno de ellos se subió arriba de otros cuatro y me regaló una rosa sin algunas hojas, se me hizo un detalle muy lindo así que sólo le agradecía palmeando su cabeza. El pobre duende se sonrojó y por cubrirse la cara perdió el equilibrio y terminó en el suelo. Después de aquel, muchos duendes más se aglomeraron a mí alrededor. ¡Era un caos!

Me estaba poniendo realmente nerviosa, muchos duendes demandaban mi atención y no podía con todos. Como reina, usualmente bastaba con un «de uno en uno, por favor», pero aquellos pequeños seres no me prestaban la debida atención. De repente sentí como una mano me tomaba de mi cintura y de inmediato un sonido que era igual a la madera contra el suelo se percibió en toda la sala junto con un fuerte viento que separó de mí a suficientes duendes como para que pudiera tranquilizarme. Miré al dueño de la mano quien me tomaba y vi la cara de pocos amigos que tenía Jack, su ceño estaba fruncido y un aura de peligro se podía apreciar. Se limitó a apegarme más a él y quitó su mano de mi cintura, por alguna extraña razón eso me provocó algo de tristeza. Quería que me siguiera aferrando.

- ¡Vaya! ¡Si ya llegó el chico frío! ¡Y miren, trajo a la joven con él! - Comentó Conejo quien fue el primero en aparecer.  

- No me molestes, canguro, que no estoy de humor. - Y era verdad, por alguna razón se había enojado.  

- Vale, chico. - Al fin el gran conejo me prestó atención y me sentí atemoriza por su mirada. - Tu eras... ¿Elsy, no?  

- Elsa... - Corrigió Jack con tono cansado.  

- ¡Eso, Elsa! Ahora dime: ¿Qué haces aquí en una reunión de los Guardianes?  

- Jack me trajo... Simplemente. - Contesté, pues era cierto que sólo me tomó y me trajo.  

- Niño, ¿por qué siempre haces estás cosas? ¡Ella no es un Guardián!

Eso si se me hizo incómodo, yo sabía que no podía estar ahí, ¡pero él sólo me cogió y me elevó por los cielos! Estaba viendo la forma de escaparme de aquel asunto cuando el brazo de Jack se estiró en todo el largo de mis hombros, su peso -que era muy ligero para ser honesta- recayó en mí, jugaba con su bastón sin darle mucha importancia a lo anterior dicho por Conejo. Le miré intrigante, pero sólo me gané que me mirase de reojo y una sonrisa de lado. ¿Qué estaba pensando?

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