They Just Don't Know You.- Jerrie

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*Original*

–¿Saldrás con ella de nuevo?–. Y ahí estaba esa voz de nuevo, la misma voz qué venía escuchando desde qué tenía memoria, y la mayoría de veces, se cansaba de hacerlo.

–Si–. Se limitó a decir mientras pasaba su brazo izquierdo por la chaqueta qué ella una vez le había regalado. Caminó hasta el enorme espejo qué estaba de pared a pared en el living, y acomodó su cabello antes de dirigirse al pasillo qué daba a la puerta, dónde sus llaves colgaban.

–¿Me haz siquiera preguntado?–. Jade bufó.

–Perdona, mamá. ¿Me dejas salir con mi novia esta noche?–. La ironía estaba más qué puesta en su voz, y antes de qué pudiera decir otra cosa, pudo ver cómo su madre contenía su respiración de la igual manera qué presionaba sus nudillos.

–¡No lo menciones en voz alta, Amelia!–. Su voz resonó por él living, chocando con cada pared mientras seguramente todos los trabajadores de la familia escuchaban.– No es algo de lo qué debas estar orgullosa, Amelia.

Jade nuevamente rodó los ojos. Esto era una verdadera mierda.

–Tal vez regresé el domingo–. Y sin más, Jade salió de aquella lujosa y enorme casa en la qué había pasado toda su vida. Negó con la cabeza mientras llevaba su mano hasta el puente de su nariz, sobándolo para después quitarse las gafas qué siempre usaba en casa. Caminó hasta el portón, en el qué Greg, el encargado del mismo, increíblemente la dejo pasar sin más, dedicándole una sonrisa simpática mientras ella salía de la residencia Thirlwall.

Esto venía pasando cada fin de semana, y Jade tenía qué literalmente rogarle a Greg para qué esté la dejara salir sin permiso de sus padres, pero las peleas en la casa se habían vuelto tan constantes y cada vez peores, qué Greg no hacía nada más qué darle la libertad qué sabía ella necesitaba, sin importar las consecuencias qué tendría probablemente con él Sr. Thirlwall.

Atravesó toda la calle, hasta un nuevo portón en el qué fácilmente pudo salir sin tener qué dirigirse a nadie. Era relativamente tarde, incluso comenzaba a arrepentirse de haber tomado esta decisión precipitada, ella ni siquiera le había hablado antes a su novia para ver si estaba en casa, pero simplemente quería verla. Ansiaba de ella.

En cuánto llegó al fraccionamiento en el qué vivía Perrie, todo cambió, incluso el aire era mucho más alegre en aquel lugar. Muy pronto sus ojos comenzaron a llenarse de ese liquido conocido cómo lágrimas, deseaba poder sentir ese aura alegre en su propia casa. Qué lastima qué no se podía.

Caminó hasta la casa de Perrie, la residencia Edwards la llamaban en broma. Miró hacia arriba para comprobar las luces de la habitación de su novia, sin embargo, estas estaban apagadas. Su vista fue de nuevo a la casa en general, para darse cuenta qué las luces del living estaban prendidas, así qué suponía qué ella estaba cenando en familia.

Cruzó el patio, y cuándo estuvo delante de la puerta toco unas cuántas veces el timbre, e inmediatamente, una mujer mayor con cabello rubio la recibió con una sonrisa, Jade devolviéndole una tímida.

–Hola, cariño–. Saludó cálida.

–Hola, Sra. Edwards, ¿se encuentra Perrie?–. La mayor vacilo.

–Debbie, Jade–. Recordó y Jade asintió; Ella siempre le insistía qué le llamara por su nombre, sin embargo, la forma en la qué habían educado a Jade hacía qué fuera extremadamente difícil acostumbrase a llamarla Debbie y no Sr. Edwards–. Lamento decirte, cariño, qué Perrie no está.– Informó–. Creí qué estaba contigo, si te soy sincera.

One-Shots (girlxgirl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora