IV. En medio

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Incluso cuando termine de vestirme y el esperaba arriba del auto, no podía dejar de mirar su nuca, su perfecto perfil. No podía dejar de sentirlo.

–No tenemos toda la noche, niño bonito– En este punto ya no sabía si odiaba que me llamará así.

Condujo unos treinta minutos más y arribamos a las afueras un pueblo grande.

Bajamos del auto después de haberlo escondido entre árboles y arbustos, me miré en uno de los espejos intentando acomodar un poco mi cabello alborotado por el viaje.

–No creas que no me di cuenta qué te quedaste con el arma– Dijo mientras caminábamos lo que restaba para entrar al pueblo, con humo helado saliendo de nuestras bocas debido al frio matutino –Si planeas matarme por favor solo deja mi rostro intacto, merece estar en un museo– Rodeé los ojos y no pude evitar una sonrisa furtiva entre mis labios, al tiempo que desvié el rostro para que no lo notará.

No tenía idea de cómo se llamaba el pueblo, pero lucía mucho más grande que cualquier pueblo que hubiera visto antes, al parecer estaba en proceso de convertirse en una ciudad.

Nos mantuvimos en silencio gran parte del trayecto, solo con comentarios absurdos por parte de Dean de vez en cuando, y, aunque me gustaría negarlo, era divertido.

Mientras caminábamos por las calles y Dean decidía en qué lugar quería hospedarse pude notar que todas las chicas le miraban al pasar, susurraban cosas sobre su rostro, su espalda, su estatura, no eran para nada discretas, y, por su parte, el rubio parecía no darse cuenta o al menos lo ignoraba.

–¿Qué hacemos aquí, D...? – Me detuve antes de decir su nombre, lo había repetido demasiado en mi mente, pero realmente nunca le había llamado así en voz alta, ni directamente. Me quedé en silencio dando por concretada mi pregunta.

–Nuestro deber, ¿Qué más va a ser?

–¿Podrías ser más específico? – Ignoro mi pregunta entrando a un establecimiento, el letrero indicaba que era un hostal, por lo que, supuse que pasaríamos aquí al menos un par de días, entonces el rubio me debía una explicación clara.

Para cuando entre al lugar, él estaba hablando con el hombre a cargo, la entrada era, como tal, un bar y a pesar de ser muy temprano, había personas que ya se encontraban bebiendo.

Me coloqué detrás de Dean y vi que el encargado miraba hacia mi sobre el hombro del rubio, mientras esté le hablaba, después el hombre negaba.

Me distraje mirando a otras partes, viendo las condiciones poco higiénicas en las que se encontraba el lugar, pero al fin, no estaba en derecho de quejarme, no con una guerra de por medio que estaba llevando a la ruina a todo el país.

Para cuando volví mi atención a Dean, este me hacía señas para seguirlo, al pasar por delante del mostrador el hombre detrás de esté me miro hasta que desaparecí detrás de una pared, subiendo unas escaleras y manteniéndome cerca de mi compañero.

–Bueno– Dijo después de un par de minutos de que entráramos a la habitación –Hay un par de libros, no puedo asegurar que sean buenos, también la televisión podría funcionar, aunque por el precio de la habitación es probable que no– Dirigiéndose a la puerta.

Volví mi atención a él, cosa que, desde que entramos había estado clavada en la vista de la ventana.

–Nos vemos cuando anochezca, nueve en punto en el bar que está a diez cuadras hacia allá– Dijo señalando la dirección detrás de la ventana –Se llama Caída libre, o algo por el estilo, lo identificaras con facilidad– No me dio tiempo siquiera de contestarle, apenas había logrado mirarle cuando él se había ido.

Crimen | DestielWhere stories live. Discover now