Esa misma mañana.
—¡Vamos chicos, una carrera!
—¡Venga, Bruno, más rápido!— se oye a lo lejos.
—Ya voy, ya voy— suspira.
Bruno se acerca al lago de ese bosque que tan poco ha cambiado desde aquella primavera de hace seis años.
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Hace seis años, en ese mismo lugar.
—¡Au!— exclama.
Bruno está en el suelo, gimiendo de dolor. La rama donde él estaba sentado se ha roto y se ha hecho una herida en la rodilla. Estaba observando a dos chicos, más o menos de su edad, sin que se dieran cuenta, pero ahora, que Bruno está llorando, se han acercado para ver que ha pasado.
—¿Estás bien, chico?— pregunta uno de ellos. Es alto, rubio y tiene los ojos azules.
Bruno le mira, asustado, sin decir nada. El otro chico, castaño de ojos marrones, no tan alto, se agacha y le ayuda a levantarse.
—¿Qué pasa, te ha comido la lengua el gato?— ríe.
—¿Cómo te llamas?
—Bruno— susurra.
—Encantado, yo soy Alex, y él se llama Will— dice el chico rubio —. Ven, aquí cerca hay un lago donde te podemos limpiar eso. Y, por cierto, molan tus ojos.
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Bruno observa su reflejo y sonríe. Ha llovido mucho desde ese día. Ahora es un chico alto, de pelo muy oscuro y algo largo, pero sigue teniendo esos ojos naranjas tan característicos. Levanta la vista un instante y ve algo rojo sobre la nieve, cosa que le llama la atención. Rodea el lago, ya que no es muy grande, y se acerca. "No puede ser una flor" piensa. "Hace demasiado frío".
Bruno observa. No, no es una flor. Ni mucho menos. Es una pluma. Una pluma de un rojo brillante. La roza con los dedos, pero los aparta enseguida. Está ardiendo. Intenta cogerla con nieve entre las manos, pero cuando la levanta del suelo ésta se funde y Bruno deja la pluma caer. Es extraño. ¿Por qué al estar en el suelo no se funde la nieve y entre sus manos sí? Respira hondo y la vuelve a coger, esta vez sin nieve, y cierra el puño con fuerza. Nota que el ardor disminuye hasta desaparecer y abre la mano. Se asusta, pero no la deja caer. Paralizado, observa las llamas que bailan en la palma de su mano haciéndose más y más grandes. Pero Bruno no nota el calor, ni tiene quemadura alguna. ¿Qué está pasando?
—¡Bruno! ¿Dónde estás?
Will aparece corriendo entre los árboles y, detrás de él, Alex. Bruno, como si fuera un acto reflejo, echa a correr adentrándose en el bosque, sin saber hacia dónde va. Está asustado, esperando despertar de ese extraño sueño, pero no. No es un sueño. Esto es real.
Cansado, deja de correr y se apoya en un árbol, del cual empieza a salir humo. Bruno quita la mano y se tira al suelo. ¿Por qué le sale fuego de las manos? No se lo piensa y las hunde en la nieve. Suspira, intenta relajarse, aunque note pequeños ríos de agua fluyendo entre sus dedos. Todo está en absoluto silencio. Solo se oyen sus latidos y su respiración acelerada. Quiere una explicación, pero no sabe quién puede dársela.
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Palabra del destino
Romance¿Qué pasaría si el amor de tu vida es tu mayor enemigo? Descúbrelo con la historia de Bruno y Diana, dos adolescentes cuya vida cambiará en tan solo un instante.