-Pero déjame decirte que la chica está bastante buena -decía mi amigo mientras repasaba de pies a cabeza a la chica italiana.
Le di un empujón y éste se limitó a reir aún con la mirada perdida en el trasero de la castaña. Mientras miraba como los tres Italianos bajaban sus cosas del auto de mi mamá pensaba en cómo los soportaría, ya imaginaba al más pequeño dejando su desastre por toda la casa y escuchando al mayor ver sus cosas +18 y a la chica esa hablando con algunas de sus amiguitas por las noches o madrugadas debido a la diferencia de horas.
Seori y Moonri me dijeron que no les prestara atención, que aunque vivieran bajo mi mismo techo no significaba que debiera pasar tiempo con ellos, más que en la cena o por las mañanas a la hora del desayuno, quise pensarlo de esa manera pero al momento de ver la cara de disgusto de mi madre al ni siquiera molestarme en saludarlos supe que no sería así y que me vería obligada a ser buena con ellos para que mi madre estuviese tranquila.
Estaba tan atenta a mis pensamientos que hasta unos minutos después reaccioné al ver la figura alta del chico que hacía gestos y movimientos raros en la casa de al lado.
Vestido con una camisa a rayas que ponía "supreme" en letras negras y unos pantaloncillos un poco más abajo de la rodilla, yacía Hoseok mirando hacia mi jardín y señalando. ¿A qué? No estoy segura pero dudaba que fuera a mí.
Le sonreí tímida pues no tenía confianza suficiente para saludar al muchacho, aún así el parecía mucho más relajado y se apuró a sacudir su mano y saludarme con una gran sonrisa.
-¿Porqué Hoseok te saluda? -Inquirió el rubio a mi lado.
-¿Recuerdas lo que te dije que pasó en el gimnasio?
-Sí, tu golpe ¿qué con eso?
-Pues fue él quien se interpuso con el balón para que no me lastimara -me encogí de hombros para restarle importancia.
Mi amigo me miró sorprendido, con las cejas bien enarcadas y una sonrisa traviesa.
-¡¿Era ese Hoseok?!
-Sí. ¿cuántos Hoseok conoces?
-Pues solo a uno pero no creí que en realidad fuese él. Seguro le has gustado -dijo.
Lo miré como si lo que acabase de decir fuese la estupidez más grande y Jimin se limitó a reír. Me concentré nuevamente en el auto negro de mi mamá en el que solo quedaban un par de bolsos para acabar de mudar a los muchachos pero me distrajeron las señas extrañas que hacía mi amigo a mi lado. Lo miré atentamente pero cuando notó que lo hacía me sonrió y no, no era esa clase de sonrisa amistosa y tranquila era una cargada de diversión y malicia.
-¿Porqué te ríes así? -Inquirí
-Ya verás -levantó ambas cejas.
-Park...
-¿Qué pasa?
Mi frase se vió interrumpida por una tercera voz en nuestra conversación, levanté la mirada para encontrarme con ese tan particular cabello naranja. Me sonrió.
-Hola Jimin -dijo -y hola amiga de Jimin.
Levanté mi mano mostrando mi palma a manerade saludo. Se sentó en la vereda con nosotros, al lado del rubio.
-Y bien, ¿Qué hacen? -Inquirió con voz alegre el pelinaranja.
-Pues veíamos como se mudaban esos tres chicos a la casa de Yooni -dijo mi amigo.
-¡Yooni! -gritó Hoseok.
Lo miré sorprendida.
-¿Q-Qué pasa?