VIII

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Jodidas drogas, cuando empiezas todo bien, mucho color, felicidad y olvido; pero cuando el efecto nos abandona, un regusto horrible nos inunda y nos recuerda que nada ha cambiado, que tu hermano sigue muerto y nadie podrá cambiarlo; él seguirá bajo tierra criando malvas. Luego piensas, si las drogas no hubieran hecho peya en él, seguiría vivo, diciéndome una vez más que las drogas son malas, que debo intentar no caer en sus brazos, porque cuando caes, ya no hay vuelta atrás, te acaban llevando a los brazos de la muerte. Realmente no sé porque lo hice, supongo que lo veía tan feliz cuando las tomaba, que acabé creyendo que si yo también lo hacia, lo vería, allí, sentado delante de el televisor jugando a la consola con sus amigos. Pero nada de esto ocurre, solo veo la luz irse de nuevo y ver a mi hermano diciéndome que despierte, que lo superaré.

Pasan los años y lo consigo, solo por él, por él y por nadie más.

He dejado de verle, pero noto su presencia a mi lado, en el salón, como siempre. Sonriendo, como siempre.

--DDUSE

Diario de una suicida enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora