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La silueta de ese hombre o cosa, volvía a su mente, tenía miedo, pese a que siempre lo escuchaba, el verlo completamente, su rostro, su cuerpo, sus manos le asustaba al grado de hacerse del baño en la cama, a sus 5 años el pequeño no superaba eso.

Y ahí estaba de nuevo, el tipo de largas piernas, esmoquin negro, cara de payaso y ojos de rana haciendo movimientos raros con sus manos —¿Oye? Ya despierta, tenemos mucho hacer— hablaba en eco la silueta parada frente a él, sus ojitos se abrieron como dos platos y este se había esfumado dejando solamente la ruidosa voz en su cabeza, sólo podía verlo en sueños, a veces cuando las cosas se ponían feas lo veía llegar.

Se estiró un poco —¿Oye? ¿Qué hora es? — preguntó Richard a su amigo con la voz ronca, removiéndose de su caliente cama.

La voz no dijo nada y entonces Richard comprendió que debía hacer caso a lo dicho, cuando ÉL decía algo se tenía que hacer sin que se le preguntara porqué este no respondía a sus preguntas por más que insistiera.

Se levantó con lentitud quitando con cuidado las sábanas y ayudándose a bajar con su banquito, Richard salió de su habitación y se dirigió hacia la cocina donde, los recuerdos de aquel primer asesinato de un gato indefenso lo tastabillaron, había hecho mal, pero a veces no era capaz de controlar lo que sentía, no era capaz de detener a su amigo, porque así se hacía llamar, "su amigo" y eso era lo que era ¿cierto? EL permanecía a su lado desde que tenía memoria, ÉL lo escuchaba y daba consejos, ÉL era su amigo.

—Se lo merecía Richard, olvídalo— apareció de nuevo esa odiosa voz, ese ente que sabía podía escuchar sus miedos, sus emociones y calmarlo cuando quisiera y eso le molestaba y mucho, no poder ser dueño de sí mismo.

Pero lo que más le molestaba era; que a medida que él castaño crecía unas nuevas voces se unían a la de su amigo, aunque estas eran más como murmullos o a veces decían palabras que él no entendía eran cosas entendibles, ninguna otra voz más que la de ÉL escuchaba tan bien.

Y entonces se sentó, se sentó en la entrada de la casa como lo hacía hace 1 semana, cada vez que ÉL lo despertaba.

¿Qué hora era? Richard no lo sabía, no sabía ni cuanto pasaba despierto, no sabía a qué hora despertaba en toda esa semana y ¿Por qué? ¿Cuál era el motivo de que este lo despertará cada día?

Ese era ÉL su amigo que le aconsejaba cosas sin nada de explicaciones, y que casi todo el tiempo se la pasaba molesto, su voz era fuerte y temía cada vez que este le hablaba, ¿porque ÉL? Porque jamás le quiso decir su nombre, a pesar de preguntárselo repetidas veces, este sólo se quedaba callado, no se lo diría.

En sus ojitos ya colgaban unas grandes bolsas negras haciendo que su belleza se esfumara, también sus costillas empezaban a marcarse y es que a veces ÉL le decía que no necesitaba comer, aunque se estuviese muriendo de hambre y si este lo desobedecía ÉL comenzaba a gritarle, gritaba hasta que su cabeza doliera por eso debía hacer caso.

Richard no era un niño malo, Richard quería hacer lo que veía en un niño normal, a veces se preguntaba sí, quizá, todos esos niños escuchaban esa vocecita con la diferencia que sus amigos eran amables, diferentes a lo que era ÉL.

—Bien Richard, no te despertare más— volvió a escuchar esa voz, por un momento se alegró, podría descansar, podría quitar esos horribles círculos que se habían formado alrededor de sus ojitos color miel.

Debía quedarse ahí hasta escuchar el sonido de la alarma de sus padres que indicaba debía irse corriendo a su habitación antes de que sus papás se dieran cuenta de que no dormía, además debía de alistarse para ir al colegio.

El sonido de un gran camión invadió sus oídos ¡Qué fastidio! Se asomó por una de las ventanas y en efecto, un carro se había estacionado enfrente de su casa y podía leer con dificultad "Mudanza" Un gran carro de mudanza se estacionó enfrente, quien sabe qué clase de vecino arrugado y fastidioso se iba a mudar ahí, le molestaba tanto las personas mayores, no lo dejaban gritar porque era "fastidioso."

Enseguida otro sonido invadió sus oídos, ¡la alarma de sus padres! Comenzó a correr dirigiéndose a su habitación, abriendo con rapidez la puerta para luego comenzar a arreglarse con el incómodo uniforme que ÉL se esforzaba en reprochar y recordarle lo feo que era.

Se apresuró a vestirse y se dirigió hacia la cocina dónde yacía su madre y padre bebiendo una taza de café —Buenos días Rich— saludó su padre llevando la taza a sus labios, mientras leía un periódico.

Richard apenas contestaría al saludo de su padre—¡Cállate! — ordenó la voz dentro de su cabeza y sin decir nada se sentó en su banquito.

—¿No responderás? Te ha hablado tu padre— regañó su madre al menor.

—No le hagas caso, ella no tiene por qué obligarte a algo— le dijo antes de que si quiera el pequeño abriera la boca —Tú ignóralos, no necesitas de ellos—

—¿No responderás? — bramó su madre lanzando una mirada pesada hacia el pequeño.

—No.— concluyó el pequeño haciendo una sonrisa de lado, tomando con sus manitas los hotcakes que había preparado su madre para él.

—Déjalo, ya se dará cuenta de que lo que hace está mal— su padre ya había olvidado el incidente con el gato, quizá fue un error del pequeño Richard, quizá no lo quería hacer, o por lo menos eso pensaba. —Debemos irnos, ¿viste qué pronto tendremos nuevos vecinos? — cuestionó su padre a su esposa dejando la taza del café en el lavabo.

¿Nuevos vecinos? Por eso lo del gran auto, lo había olvidado por completo.

—Sí, el carro de mudanza está enfrente, quizá luego les daremos la bienvenida a nuestros nuevos vecinos— contestó la señora Kim con una sonrisa a su esposo.

—Bien— se dio la vuelta, mirando al menor —Richard, toma tus cosas y vámonos—

Está vez la voz no dijo nada, el menor tomo su mochila y la colocó en su hombro saliendo de la casa.

¿Un auto rojo y lujoso? Richard debido a su estatura no era capaz de ver más allá de lo que era un señor de mayor edad y una cabellera color negra, bastantemente cuidada, ¿quién era ese pequeño ser? Sin más el auto rojo arrancó alejando de él esa pequeña cabellera brillosa de sus ojos.

Mental illness. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora