1-Chris

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-... Así que feliz cumpleaños...

-Gracias, Fred...

-Sí escuchaste lo que te dije...¿Verdad?

Hmmm.

-Por supuesto...

Escuché el resoplido de mi amigo de toda la vida, Alfred Marton y sin verlo, supe que tenía una mueca de exasperación en la cara.

Nos conocíamos desde los 13 años después de que él me salvara de una pelea en las calles del Bronx. Todavía se me notaba una pequeña cicatriz en el pómulo derecho, gracias a las puntadas que me dieron.

Pero al contrario de lo que se pueda pensar, yo provengo de una familia rica de Manhattan, aunque siempre he odiado ese ambiente pomposo que se vivía en mi entorno familiar, por eso solía vagar toda por Nueva York cada vez que podía, y así fue como me metí en problemas con varios adolescentes a la vez.

Siempre fui considerado la oveja negra de la familia y no por mi mal carácter, por falta de respeto o por mis tremenduras, sino en realidad por mi aspecto físico.

Háganse una idea del porqué: tengo dos hermanos mayores, Geoffrey y Jazmín. Hermosos mellizos rubios ojiazules de los cuales sus padre se sentía orgulloso de todo lo relacionado a sus vidas... y luego estaba yo.

Yo parecía salido de algún lugar paralelo a ellos con mi cabello negro y ojos verde, por no hablar del tamaño corporal.

Creo que desde el momento en el que fui concebido, estuve destinado a ser la paria de la familia, por lo que desde que tuve la primera oportunidad dejé de estar en esa casa y preferí deambular por ahí buscando qué hacer.

Porque aparentemente los intentos de aborto de mi madre no fueron suficiente para evitar que yo naciera si estaba aquí contando esta historia.

Por alguna razón decidí mantenerme en su útero hasta que fui expulsado de él y olvidado por su dueña y su marido.

Así que, donde Geoffrey era atlético y de altura estándar en su adolescencia, yo había lucido como una mole de casi dos metros del cual él se encargó de ridiculizarme en la secundaria por mi tamaño ya que la pubertad me golpeó desde temprano y parecía que nunca dejaría de creer hacia todas las direcciones.

Él apenas era tres años mayor que yo, pero hombre, si dejaba que aquellos recuerdos se adueñaran de mí, me llevarían a un lugar que no me gustaba visitar.

-Me tienes preocupado, Chris-La voz de mi amigo me sacó de mis lúgubres pensamientos.

Desafortunadamente ese era mi constante estado sino ocupaba mi mente en otras cosas.

-No te sientas preocupado, Fred, sabes cómo soy con el trabajo.

-Exactamente hermano, ya no sé cómo eres cuando no estás trabajando, por eso te hice este regalo-La sonrisa de autosuficiencia atrajo de lleno mi atención.

-¿Cual regalo?-pregunté tenso.

La respuesta de Fred fue una sonrisa sarcástica.

–Tú me escuchaste... ¿no?

Ahora fui yo el que lanzó un resoplido

–Está bien, no, no te escuché, discúlpame–Respiré nuevamente- Por favor, Fred ¿Me podrías decir qué me has comprado?-pregunté sarcásticamente.

-Pues...-la cara de Fred era diabólica- ¿Cuándo fue la última vez que te relajaste?-preguntó

-No me respondas con otra pregunta, Fred-Dije impaciente-Y no pongas esa cara que me estas asustando...

CHRISTOPHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora