Se cree que el ser humano es más frágil y débil por la noche, que es más sincero, real, puro. Que las palabras que salen de su boca (o las que teclea por sus dedos) son más emocionales, más densas. Yo apoyo esta teoría.
La noche suele ser el mejor momento para pensar. Pensar sobre un poco de todo. Sobre qué has hecho ese día en concreto, sobre qué has estado haciendo últimamente, sobre tus metas en la vida, sobre tus relaciones... sobre tantas cosas que no habrían suficientes estrellas para escucharnos contarlas.
Realmente ayuda mucho entrar de vez en cuando en un estado de meditación. Reflexionar un poco, organizar las ideas. Ideas. Ideas que van y vienen como esa dulce brisa veraniega, como ese seco viento invernal. Ideas que reviven recuerdos. Recuerdos lívidos que levantan una sonrisa, que desencadenan en llantos desconsolados. Lágrimas que buscan consuelo en un hombro invisible que no está presente pero que aún así lo deseas, porque lo necesitas. Y sabes que lloras por tonterías que en el siguiente alba esconderás bajo una alfombra de indiferencia, pero a la vez sabes que lloras por todo aquello que en su día no salió bien. ¿Y por qué, por qué lloras? ¿Es por esa persona que se fue dejando la puerta abierta? ¿Es por ese pedazo de alma que se perdió en algún lugar de este camino llamado vida? ¿Es por mí?¿Es por ti? ¿Es por él? ¿Por ella? Quizás no encuentres una respuesta definida. Puede que simplemente llores por todas las manchas de tinta que se han derramaron sobre tu lienzo que has intentado esconder con el tiempo. Pero todos sabemos que las cicatrices son frágiles y que las lágrimas son recurrentes. Quizás no llores, quizás sólo te mantengas cabizbajo, mirando a ningún lado. El sentido es el mismo. Y es en ese momento que te repites una y otra vez: ¿por qué no hice esto así? o ¿por qué no pensé antes de realizar esta otra acción? ¿por qué no supe valorar las cosas, y ahora las busco desesperadamente? Muchos por qués se abalanzan como una lluvia torrencial en tu mente. ¿Y quién estará ahí para sujetarte el paraguas? ¿Será esa persona que tanto echas de menos? ¿Serás tú mismo quién se arme de valor para salvaguardarte? No importa. A veces simplemente se necesita sentir la lluvia bajando a través de tu piel, recorriendo cada hueco escondido, cada recuerdo fatídico. Apoyarte en la pared y sentir que tu mundo se derrumba. Y está bien. Está bien, porque no se pude construir un castillo duradero con malos cimientos. Se necesita caer para aprender a levantarse. Se necesita que alguna vez te fallen para aprender a no fallar. Porque somos gigantes en un mundo diminuto, pero a la vez granos de arena insignificantes en un mundo enorme. Y es sabido que tanto los gigantes como los granos de arena lloran.
Oh, «estoy tan arrepentido», pensarás. Y sí, tanto tú como yo lo pensamos. Pero, ¿qué se le va a hacer? Es un pasado que no se puede modificar, pero es un presente que sí puede. Sé que es complicado, yo reconozco que muchas veces me quedo estancado en el pasado. Que muchas veces me fijo más en lo que hice y no en lo que hago. Pero tarde o temprano hay que cambiar. Así que cambiemos juntos, ¿de acuerdo? Seamos ese hombro que suele faltar en esos momentos de agonía.
Vuelve.
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Mi máquina de escribir
PoetryPoesía y letras varias. Autoreflexiones. Quizás algún día me de por escribir alguna canción. Abierto a sugerencias. Todos los derechos reservados, el plagio o uso sin consentimiento del autor es considerado delito.