perdóname

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había pasado casi una semana de aquella tarde del día del padre, había hablado con una Park Juhyun que no conocía, una que me contó sus miedos, una que se abrió a mí, que me contó sus secretos, su dolor, y era tan fascinante como la Park Juhyun talentosa y creativa que veía en la oficina la mujer tenaz que se imponía en donde se paraba, está completamente loco de estar cerca de ella, ese día había dicho la palabra amigos tratando de poner un límite entre la razón y mis deseos, le había explicado que era lo menos que podía hacer por la amiga de mi novia, la mentira más grande que había pronunciado en mi vida.

Salí de la ducha cuando el agua se tornó fría, me puse el pantalón de dormir y fue a la habitación, Kim estaba dormida a la orilla, me acerque hacia ella y me acuclille frente a su cara.
-Lo siento Kim...-le susurre acariciando su frente

-No sé qué hacer- volví a susurrar, me acosté al otro extremo de la cama y trate de conciliar algo del sueño...y la tranquilidad que había perdido.

Me desperté en la mañana para irme al trabajo, Kim seguía dormida, salí de la habitación sin hacer mucho ruido después de cambiarme y me prepare un café.

-Ya te vas- dijo ella en la entrada de la sala

-Si... ¿Te desperté?- le susurre

-No...- dijo mientras caminaba hacia mí.

-Perdóname...-me susurro y yo fruncí el ceño

-No me has ofendido Kim- le dije confundido

-Me comporte como una tonta-, sus palabras solo me hacían sentir peor, yo era el idiota que pensaba en su amiga y ella se disculpaba, tome su cara en mis manos

-No tengo que perdonarte...tienes razón he trabajado mucho...que tal si salimos este fin de semana, tu y yo solos- le propuse y mostró una gran sonrisa, necesitaba alejarme de todo, volver a estar solo con Kim, recordar todo por lo que habíamos llegado hasta aquí, necesitaba olvidarme de ella.

Cuando llegue a la oficina mi determinación se fue a la basura al verla allí con un hermoso vestido color verde y su cabello suelto, le sonreí a modo de saludo y entre a mi oficina, debía alejarme, tenía que hacerlo.

 Cuando llegue a la oficina mi determinación se fue a la basura al verla allí con un hermoso vestido color verde  y su cabello suelto, le sonreí a modo de saludo y entre a mi oficina, debía alejarme, tenía que hacerlo

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