Primer Día

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20 de Junio del 896 ad Urbe condita (a.U.c.)

Hoy es el gran día, bueno la víspera más bien. Estoy muy nerviosa, por alguna extraña razón que desconozco quiero conocer a mi prometido. Mis padres me han adelantado (cosa que no deberían haber hecho) que mi futuro esposo es guapo, la verdad es que soy un poco mala en lo que respecta a opinar sobre el ser guapo o dejar de serlo, supongo que será que no he tenido la necesidad hasta ahora. Digo yo... Aunque hay un niño liberto que siempre me ha parecido muy guapo (y a mis amigas también). Una vez me contaron que convenció a su padre para que hiciera libre a un niño esclavo en su casa.
En estos momentos estoy recogiendo mis juguetes, como a partir de mañana ya no necesitaré usarlos... La verdad es que los voy a extrañar mucho, al igual que extraño ir a la escuela y seguir aprendiendo más cosas. Me gustaría seguir yendo, es injusto que las mujeres no podamos seguir haciendo oratoria... Como iba diciendo, estoy recogiendo los juguetes para llevarlos al templo de los dioses y rezarles un largo rato. Si fuera por mí me quedaría rezando en el pequeño templo de la casa de mi padre, pero mi madre dice que mejor salga y pruebe a ver como es ir al templo fuera, sobre todo en el caso de que mi prometido no tenga un altar en su casa, cosa que no creo que sea así porque escuché a mi padre comentarle a mi madre que consiguieron negociar para casarme con un chico liberto bien posicionado, el detalle es que no sé quién es y mis padres no me pueden quién es. Al menos a él tampoco le pueden decir quién soy yo.
Tras rezarle a los dioses tuve un día bastante normal exceptuando el hecho el hecho de que ya no tengo mis queridos juguetes y la casa estaba inquieta por los preparativos de mi boda. Por la tarde el ambiente se relajó y tuvimos una cena bastante tranquila. De entrante tomamos trozos de melón con unas pocas trufas, de primero tomamos pollo asado y de segundo una torta de trigo con miel (mi preferida). Me recosté con mi túnica blanca (que no me gusta mucho porque no tiene ondas ni ninguna decoración) y el velo naranja como me correspondía. También con muchas mariposas en el estómago.

Diario De Una Mujer RomanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora