Hermanos de Bullying

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Ya había pasado más de un mes en donde ambos se conocieron. Y aunque al inicio todo había acontecido de una forma inesperada y desastrosa, ambos -para alivio de Rogers- se habían acoplado bastante bien.

No hace falta decir que una gran parte -si no es que la mayoría- había sido posible gracias al apacible y nada bélico temperamento que el huesudo Rogers poseía.

Junto, por supuesto, a la enorme paciencia que manejaba y que resultaba ser completamente inversa a la nula fuerza que tenía.

Lo cual, para su triste pesar, era uno de los aspectos que más divertían al castaño.

Tal vez, sin embargo, uno de los motivos más importantes por el cual ambos habían permanecido unidos -y que ninguno de los dos quería admitir- era la soledad y los problemas que los aquejaban.

Anthony conocía bien lo que era ser juzgado e intimidado.

Era un omega después de todo.

Los de su casta solían ser agredidos y ultrajados. Y -pese a los nuevos estatutos de protección- había varios imbéciles (como lo eran Tiberius y su grupo) que los veían como simple escoria.

Lo cual, no podía importarle menos.

Rogers, en cambio, era un alpha.

Uno enclenque que solo superaba a Anthony por tres centímetros, con cuerpo delgado, casi esquelético, y con una fuerza bastante mediocre en comparación a sus contrapartes.

Había llegado a Everglades gracias a su talento innato para las artes, lo cual, le había hecho merecedor de una beca académica. Sin embargo, no habían pasado ni siquiera dos aburridos días de su llegada, y ya le conocían como "un alpha deficiente". 

Para Anthony, no obstante, Rogers era hasta la fecha el alpha más agradable y atento con el que había coincidido.

Mientras tanto Rogers, o "El buen Rogers" como le había puesto Stark, no podía estar más feliz y agradecido por eso.

Y así fue como la amistad entre ellos surgió.

Para ninguno de los dos les resultó extraño volverse cercanos. Se sentía natural. Adecuado. He inclusive, después de dos semanas del embrollo que los había unido, llegaron a compartir un bochornoso apodo (según Steve, por supuesto) que había sido una de las tantas y destartaladas ideas que el castaño solía tener.

Rogers aún recordaba con extrema vergüenza el día en que Anthony había gritado "¡Hermano de bullying!" mientras corría a su encuentro.

Uno de los días más penosos para Rogers.

Cabe resaltar que -también gracias a Anthony- se había metido en incontables disputas en las que trataba de controlar al quejumbroso omega que intentaba tirársele encima a todo aquel que los insultase.

Por supuesto, él también intentó golpear a algunos cuantos que osaban meterse y agredir al más bajo, lo cual, finalizaba con todo su cuerpo magullado y Anthony sacándolo a rastras del pasillo.

"Será para la próxima, Rogers" solía repetirle.

Y ni hablar de cuantas veces había estado en dirección.

Una vez más y sabía que Fury los mataría con su aterrador único ojo bueno, y que, según el castaño, podía destrozarte la cabeza.

Toda una odisea en tan solo unas cuantas semanas.

Y ahora, sentados en uno de los salones vacíos de los de tercer año, se encontraban en una de sus pequeñas disputas, bastante usuales en sus vidas cotidianas, y la cual -por primera vez- había sido ocasionada por Rogers.

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