Capítulo 5. Jeff the Killer (Parte 2)

13 0 0
                                    

Esa noche... La recuerdo perfectamente: el brillo de la hoja de su cuchillo, su risa psicótica, el olor de la sangre y el dolor de cada puñalada. Daría lo que fuera, cualquier cosa, por que hubiera sido una simple pesadilla, un mero recuerdo de mi mente, fruto de pasar tantas horas viendo películas de terror. Pero una cosa es lo que queremos y, otra muy distinta es lo que nos toca tener que vivir. Y ese fue mi caso: desearía que aquel suceso no hubiera sido real, pero me tocó vivirlo en carne y hueso.

Anteriormente:

Tras una caminata de más de cinco minutos llegué a mi casa. Una vez que entré sentí un gran alivio. Me cambié los zapatos y fui al salón a coger una manta, llamé a mi perro y volví a mi habitación a dormir. Lo que no sabía es que él sujeto de la risa maniaca me había seguido hasta mi casa.

Una semana después:

Era un jueves por la noche, me encontraba en el sofá de mi casa, junto a la compañía de mi perro, mientras veía un documental de naturaleza que había grabado. Mientras miraba la pantalla pude sentir como un escalofrío recorría mi espalda, lo cual no aventuraba nada bueno. Muy despacio fui girando mi cabeza hasta la ventana que hay detrás del sofá y vi que tenía la persiana bajada, hecho que me alivió bastante.

Una vez que terminé de ver el documental tomé a mi perro en brazos y entré en mi cuarto a dormir.

00:00 a.m.

Me desperté de golpe, cuando mis ojos se adaptaron la poca luz presente en mi cuarto puede apreciar que Otto, mi perro, ya no estaba en la cama, por lo que deduje que se había metido debajo de esta. Me disponía a dormir de nuevo cuando oí abrirse la puerta del pasillo, quería moverme pero estaba paralizada por el miedo, además, quien quiera que fuera la persona ya bloqueaba la única salida de mi habitación.

Comencé a oír unos pasos que se acercaban a mi cama, en cuanto pararon supe que el sujeto estaba al mi lado. Podía como su mirada se clavaba en mi persona, analizándome de forma meticulosa. Fue entonces que oí que sacaba un cuchillo y decía en voz muy baja y un tomo gélido: "Solo tienes que ir a dormir".

Cuando me quise dar cuenta,  me había agarrado del hombro para darme la vuelta y comenzar a apuñalarme en múltiples sitios. El dolor era insoportable y era incapaz de contener mis gritos, podía percibir el fuerte olor de mi propia sangre y sentía el frío tacto del acero de la hoja de su arma blanca en cada puñalada asestada en mi cuerpo. En cuestión de minutos se cansó de atacarme y se dedicó a mirar el resultado: mi cuerpo lleno de puñaladas, de las cuales la sangre corría en abundancia. Aun así, a pesar de la carnicería de la que era víctima y de una muerte más que inminente, mi expresión mostraba todo lo contrario: estaba en paz porque, a pesar del dolor que sentía, sabía que si no sobrevivía me reuniría con mi querido abuelo, quien murió tras sufrir un infarto . Pero lo que parecía ser que más le asombró a mi agresor fue mi mirada: carente de sentimiento y expresión alguna, llena de vacío como si no tuviese alma.

Pero eso no fue impedimento para que realizara su horrible sonrisa, la cual pude apreciar que tenía en los bordes de la boca unos cortes de un cuchillo, haciéndola parecer más grande aún. Mientras pensaba en ello comenzó a escribir una frase en la pared con mi propia sangre. Cuando esta se secaba en sus dedos él los introducía dentro de mis heridas para seguir escribiendo. Una vez que terminó se fue. Poco a poco me abandonaban las fuerzas, hacía todo lo posible por aguantar pero no podía, estaba muy débil. "Quiero vivir" pensé, pero sabía que no podía evitar siempre a la muerte, por lo que cerré los ojos, lista para morir.

En el último momento, antes de perder la consciencia, me pareció escuchar el sonido de unas sirenas, pero estaba demasiado cansada como para averiguarlo. Todo lo que quería era descansar...

creepyvíctimaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora