Dormidamente despierta.

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Andrew como siempre entro como si esa fuera su casa después de todo habíamos crecido juntos y gran parte del tiempo había vivido en mi casa, como un hermano. Debido a sus problemas familiares con su madre y su padre; evitando las peleas que habitualmente llevaban a cabo por cosas insignificantes...

-buenos días señor y señora Veliz ¿como amanecieron? -pregunto él con una enorme sonrisa de oreja a oreja.

-buenos días hijo, si vas a desayunar en el sartén deje unas tostadas para ti y si quieres te fríes un huevo, en la nevera hay jugo -dijo mi madre recalcando las últimas dos palabras mirándome acusadoramente.

-enana, que te e dicho sobre tomarte los jugos?! -me dijo -no sabes que eso es bueno para ti?! -me guiño un ojo y me sonrió ampliamente.

-muy bien ya nos vamos, adiós hija -dijo mi padre acercándose a mi y besándome la cabeza -adiós Andrew -le dijo estrechando fuertemente su mano -cuida de mi hija -le dijo mirándolo muy serio.

-si señor -le respondió Andrew igual de serio.

Y así de fácil, mi madre y mi padre prácticamente corrieron para irse a su trabajo y dejándome sola con el peligro de mejor amigo que me gastaba yo, lo peor de todo era que siempre salió él ileso o solo con unos cuantos rasguños o moretones. Él se volvió hacia mí y me miro con esa sonrisa amplia y encantadoramente. Eso lo adoraba de él, aunque el mundo se estuviera desmoronando siempre sonreía, demostrando que no dejaría que el mundo se colapsara fácilmente...

-enana... tengo mucho que contarte...

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