Siguieron hablando durante un par de horas, estuvieron conociéndose más a fondo, contándose todas sus anécdotas, costumbres, personalidad, entre muchas más más cosas.
Llegó la hora de irse, y María seguía con esa sensación extraña, ese cosquilleo en el estómago que le impedía estar como siempre.
No sabía que era, no sabía por qué lo sentía, pero estaba ahí, y presentía que no iba a desaparecer fácilmente.–Bueno, yo debería irme ya...
Dijo María, rara aún
–Esto...María, ¿estás bien? Has estado un poco extraña este tiempo...
–... ¿qué? Nah, que va
Fingió una risa para no preocuparla
–No...te pasa algo, lo noto
Alejandra agarró la mano de María, con una suave caricia
–Dímelo, no pasa nada, somos amigas
Sonrió amablemente, sosteniendo las manos de María cálidamente