*1*

131 6 0
                                    

Aria

-Ari, es hora de levantarse.- me dice una dulce voz cantarina, sí creo que es mi madre, pero yo aún no me quiero levantar, me dará frío.

Lo que hiso no lo vi venir, me destapó completamente. Y como una autómata me abracé a mi misma.

-no tenías el derecho a hacer eso.- le recriminé, pero ella sólo rodó los ojos y me sonrió ampliamente.

-debes ir al colegio, hablé con tu maestra y me di...

-un momento...¿hablaste con Merian?

-sí, me dijo que no puedes faltar más.

-me da igual, que se joda por intrometida.

-no hables así de tu maestra.-dijo con enfado y una mirada lacerante.
-yo no te enseñé a decir malas palabras.

-Bueno pues igual las aprendí.-dije con rabia. Me levanté y salí dando un portazo.

Iría igual al Colegio, todo por culpa de la vieja odiosa de Merian. Así es que preparé la tina con agua caliente, me desvestí y entré en el agüita, inmediatamente me relajé, bostecé, cerré mis ojos y...

-¿¿¡¡Aria!!??.- gritó furiosa mi madre
-¡llevas horas allí dentro, apresurate o llegarás tarde!

Ay Dios, casi me quedé dormida, salgo del baño envuelta en una toalla. Mi madre me fulmina con la mirada, yo sólo atino a sonreírle tontamente y luego aceleradamente voy a mi pieza a buscar que ponerme.

Salgo de la habitación. Le doy un beso en la mejilla a mi madre y corro, corro demasiado.

Estoy cansada, pero aún así no me detengo, no quiero más problemas con la canosa y arrugada Merian.

Veo a un niñito intentando sacar a su gato de un árbol. Y me detengo, se nota que el niño quiere mucho a su mascota, lo mira como si fuera lo más preciado del mundo, no obstante la rama está por romperse y el animalito se nota asustado.

Me escondo en el callejón de enfrente y llevo mis dedos medio e índice a los lados de mi frente. Observó al gato blanco. Y me concentro. Me cuesta un poco, empiezo a temblar, pero lo estoy logrando, de a poco el gato va moviéndose. Luego flota. Después aterriza.

El niño abre sus ojos como platos y observa al gato asombrado. Como si el gato fuera un Dios.

El incidente me a costado dos valiosos minutos. Salgo disparada del lugar, en estos momentos me gustaría ser flash.

Llego al Colegio, entro, miro hacia todos lados y el patio está vacío, eso quiere decir que ya entraron, no, está vez no por favor.

Voy a mi clase y observo por millonésima vez los rayones de la puerta, la cual está cerrada. Golpeo. Merian abre la puerta y me mira con una mueca aburrida. Sale de la clase, me toma fuertemente del brazo y camina conmigo hacia cierta dirección, sí, la oficina del director.

Tomo asiento en un sillón de terciopelo azul, mientras observo aburrida como la maestra Merian, le da sus quejas de mi persona al director.

-Esto es inaceptable señorita, ¿Porqué solo llega tarde a las clases de la profesora Merian?.- pregunta con enfado el viejo y feo director.

-porque son aburridas.-respondo bostezando.

La maestra me mira echando chispas por los ojos, mientras el director me observa descaradamente.

-Señorita Merian, puede retirarse, yo hablaré personalmente con la alumna.- dice seriamente el director.

La maestra se va, el director entrelaza sus manos y ve atentamente como rebota el trasero de Merian con cada paso que da.

Pervertido

-¿Qué te parece un acuerdo?, yo no les diré nada a tus padres, pero a cambio...

Se levanta de su sillón y se acerca a mí, me roza con sutileza la mejilla, haciéndome cosquillas.

-nos divertimos un poco.-dice e intenta arrancar mi blusa. Le doy una fuerte bofetada y él toca su mejilla enrojecida.

-¡no vuelvas a tocarme, cerdo asqueroso!.-le grito, mi cabeza está por estallar de la ira. Observo el dispensador de agua y se me ocurre una idea genial. Cuando la voy a poner en práctica. El dispensador se rompe. Y chorros de agua salen disparados hacia el director. Además los libros de su estante empiezan a flotar. Y yo no había hecho nada.

No puede ser, mi poder está en descontrol.
Debo salir de aquí, antes de que piense que esto tiene que ver conmigo.

Me escabullí velozmente de la oficina, mientras el director gritaba horrorizado algo no entendí muy bien, creo que decía algo de los demonios, o no lo sé.

Caminé rumbo a la biblioteca. Y al llegar busqué en las estanterías algo que me llamara la atención. Tomé un grueso libro de tapa roja. Llevaba como título " El navegar de la mente"

Al hojear el libro, me sorprendí. Y eso fue porque en él aparecía, exactamente lo que me viene ocurriendo desde cuando era niña. Lo de mover objetos mentalmente. Era un libro demasiado interesante, motivo por el cual decidí leerlo.

En la guerra continental...Doctora Larrouse...utilización de niños como muestra...proyecto mental...tratado de paz.

La escritura era bastante enredada que prácticamente no entendí nada, ¿desde cuándo era legal eso de utilizar niños como raras ratas de laboratorio?

Pobres niños, pensé

-¿porque estás aquí en horario de clases?.-una varonil voz interrumpió mis pensamientos. Levanté la vista y lo observé atentamente. Era un chico alto, delgado, castaño, llevaba el cabello revuelto y tenía una sonrisa socarrona en el rostro.

No le respondí, sólo lo observé con mala cara por haber interrumpido mi lectura. El chico al observar el libro que tenía entre mis manos. Se sorprendió de sobremanera. Sus ojos se abrieron y su boca también. Luego me miró fijamente, como si inspeccionara mis facciones.

-Es mi libro favorito.-dijo saliendo de la impresión.-nunca nadie lo toma, las personas dicen que solo es fantasía, en fin, prefieren leer cosas más realistas.-¿tu crees que existan personas con esas capacidades?

-sí,...lo creo.- dije sabiendo que yo era una de esas personas.

Me miró perplejo por mi respuesta. Y un momento después solo se limitó a sonreír.

-¿cual es tu nombre?.-preguntó curioso.

Lo pensé un momento, no quería decirle, pero daba igual
-Aria.- respondí casual.

-hermoso nombre, yo soy Bass.

Mentes Poderosas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora