PUERTA DE LA IZQUIERDA

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Este lugar era el mismo infierno. Gente malvada aprovechándose del débil y los ricos, de los pobres, personas matando a sus familiares por egoísmo, mujeres y hombres abusando físicamente y mentalmente de sus prójimos indefensos y muchos crímenes con pruebas irrefutables de la culpabilidad del acusado sin el más mínimo castigo.

Fui a preguntar sobre este lugar a una persona que estaba llorando en posición fetal en el suelo, esa persona seguía llorando y su estremecedor llanto no cesaba en ningún momento, me acerqué a esa persona le quité el pelo de la cara y me quedé mirándola fijamente. En su faz se dibujaba un gran sentimiento de culpa y tristeza, pero poco a poco una gran sonrisa macabra invadía su faz que en un momento de su vida fue cubierto por el arrepentimiento absoluto (eso era lo que aparentaba su faz, sin embargo eso no era así).

Al parecer en este lugar toda la gente estaba loca, aunque yo me quedaba pensativo al preguntarme sobre el origen de todos estos problemas mentales de esta gente y de la razón del porqué las autoridades este pueblo no actuaban. Leí en un cartel sobre el ganador de las elecciones locales y el ganador era yo, en un cerrar de ojos aparecí con cantidades millonarias de dinero en una bolsa que eran los ingresos del pueblo.

Comencé a pensar que podría hacer yo por este pueblo demente, me dije a mi mismo: Es imposible salvar con obras a este pueblo, mejor me lo gasto en mi persona.

Al día siguiente en mi auto me aleje del pueblo con el dinero. Mi mente se fue aclarando, ese pueblo nunca estuvo loco era yo el que imaginaba cosas.

En vez de ayudar al pueblo hice todo lo contrario, yo destruí sus esperanzas que ellos me depositaron.

Toda esa culpabilidad me abrumó y no me dejó dormir ni estar con mi conciencia tranquila.

Pobre gente que creyó me tontamente, aunque yo me siento como el tonto, como un tonto que cegado por la ambición hice barbaridades, por mi deseo de satisfacer mis propios deseos y no satisfacer a un pueblo... a un pueblo que tuvo la esperanza de que mi mandado pueda hacerlos felices y no ayudarlos a perder la esperanza en gente como yo.

Yo los traicioné, gente como yo no merece... nada. Me puse a llorar desconsoladamente... luego di mi último aliento...     

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