--Mi Tutor--

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Luego de por lo menos nueve días me llamaron para firmar papeles, para asígnale mi tutoría  a alguien, el primer día lo pase sola en mi casa recordando momentos felices que pase con mi madre, luego los cuatro días estuve con Olivia no hablamos del tema, y los últimos tres días los pase y los estoy pasando con Astrid. 

Ya estaba esperando en la oficina del juzgado para menores  había acicnado como mi tutora a Astrid, ella y Olivia eran lo único que me quedaba si les pasaba algo seria el fin.

En el medio de la ciudad, me sentía perdida como en el mar sin saber nadar, necesitaba que Demían venga y me tire un salvavidas. Ese vago pensamiento me saco una sonrisa de la nada.

Entre en una plaza, cuando entre vi el cartel justamente era la plaza donde mataron a mi padre me sentí devastada, caí sentada  en un banco de la plaza y libere todas mis lágrimas, llore desconsolada mente me sentí acoralada como si algo me detuviera y no me dejara salir de ahí. Mi pelo enmarañado mi delineador corrido, mis ojos rojos y cada vez más hecha mierda, esa angustia que sentía en mi pecho era irreparable, primero mi padre y ahora mi madre…

Las lágrimas seguían fluyendo necesitaba alguien en ese momento, sentí que alguien se sentó alado mío y apoyaba su mano en mi espalda, gire la cabeza y era…

 -Demían- le grite y al mismo tiempo lo abrase, sentía una angustia tan grande que era inexplicable.

-vamos, Salgamos de aquí-dijo Demían, esas palabras me calmaron, deje de llorar y me pare.

-vamos-dije junto a él.

Cuando salimos recupere el aliento.

-Te necesito-mis palabras se perdían en el viento, mi corazón latía más rápido que nunca. Sus ojos brillaban como jamás los había visto, aunque solo lo había visto tres veces, pero esas tres veces estuvo cuando necesite a alguien y ahora lo necesito.

-No puedo- susurro desviando la cara hacía un lado, alegándose aisladamente, me quede absurdamente desolada, Parada como idiota, ¡idiota! Demostrarle los sentimientos a alguien es devastador si no resulta como imaginas. Nunca nada es como te lo imaginas, Nada…

Se supone que iría a la casa de Astrid pero necesitaba estar sola, así que fui a “mi casa”, pero la verdad no la sentía así.

Llegue, todo se sentía insólito, Diferente, no olía a ese clásico olor a jazmines que mi madre cambiaba cada dos días, tampoco estaban las hermosa Orquídeas que ponía en la mesa principal y en vez de eso había unas marchita flores lúgubres y deprimentes.

Me acosté en mi cama, no tenía ganas de recordar mi tétrica vida. Eran las nueve treinta, puse alarma para al día siguiente ir a la maldita escuela, y simplemente dormí.

¿Existe el amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora