Visita nocturna

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Desde su fundación, La Aldea Oculta entre las Hojas ha sido la más importante y eminente no sólo en todo el País del fuego, sino también alrededor de las grandes naciones ninja. Pese a que las circunstancias no siempre han sido favorables y las inclemencias de la guerra había mermado en varias ocasiones su poder, La hoja siempre se levantaba de entre los escombros; a veces moribunda, otras veces dividida, pero la voluntad de fuego que corría por las venas de cada habitante les impedía darse por vencidos y siempre encontraban la forma de resurgir de entre la cruel estela de ceniza que dejaban las batallas tras de sí.

Era justamente por esa inquebrantable fuerza que la Aldea de la hoja se había ganado el respeto de muchas otras aldeas dentro y fuera del País del fuego, así como la envidia de muchos que solo ansiaban verla caer, tal y como las hojas en otoño lo hacían hasta morir.

Pero la Aldea oculta entre las hojas era un sistema fuerte que no se dejaría destruir tan fácil. Su gloriosa supervivencia a través de los años era la prueba de cuán resistente era en realidad.

Por otro lado, y aunque la villa se reconocía a sí misma como una nación avanzada, la vida ahí seguía teniendo matices tradicionales. A diferencia de lugares lejanos, como el País de la nieve, la tecnología no tenía una presencia predominante en la Aldea de La Hoja, donde el transporte y la comunicación aún se movían por medios algo anticuados.

Sin embargo, existía un ámbito que comenzó a crecer exponencialmente los últimos años. El sector salud se mejoró considerablemente desde que Tsunade Senju comenzó a ejercer como Hokague de la aldea; ella destinó gran parte de los fondos para tener lo más avanzado en cuanto a medicina ninja y denotó innumerables veces ante el escéptico consejo la importancia de tener un buen sistema de salud.

Ahora la aldea contaba con un nuevo complejo médico preparado para recibir hordas de shinobis heridos y con el suficiente material para atender y curar las dolencias de los ninjas. Era relativamente nuevo y aun faltaba personal calificado; en caso de guerra probablemente se vendría abajo pero en circunstancias normales resultaba funcional.

Cerca de la torre Hokague se alzaban majestuosos los rostros solemnes de los cinco dirigentes de la Aldea de la hoja. Aquella imagen era distinguible desde el Hospital General y a Sakura, haciendo uso de su media hora de descanso, le gustaba mirar el rostro esculpido en piedra de su maestra e imaginar que lo demolía con sus propios puños.

Durante todo el tiempo siendo pupila de la quinta Hokague, Sakura muchas veces visitó el Centro Médico de la Hoja. Iba una o dos veces por semana para observar procedimientos o aprender de medicamentos y salud en general, siempre acompañada de su maestra. Conforme ganó experiencia en el arte del ninjutsu médico, se le permitió participar en actividades del complejo médico a pesar de su corta edad, pues de cualquier manera el lugar siempre estaba necesitado de mano ayuda al ser reciente.

Sin embargo, pocas veces había visitado el Hospital General. Aquel era el antiguo hospital de la aldea que quedó olvidado tras la construcción del Centro Médico. La mayoría de los doctores y enfermeras, especialmente aquellos con experiencia tratando ninjas, migraron hacia el nuevo lugar, dejando al Hospital General con poco personal y como un centro de salud dedicado exclusivamente a los civiles.

Cuando Tsunade la sentenció una semana atrás a un arduo trabajo en el hospital, Sakura creyó que sería en el Centro Médico. Ingenuamente trató de verle el lado positivo; tal vez no podría entrenar su cuerpo en combate, pero estando en el enorme edificio podría practicar sus cualidades médicas y después sacarles provecho durante una lucha.

Pero aquella tarde cuando fue a tratar las heridas de su encuentro con Tsunade, Shizune la sacó de su error.

ㅡTsunade-sama ordenó expresamente que fueras al Hospital General, Sakura.

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