El sacrificio de Star Butterfly

Cuatro

—¡Marco! —Gritó Star, encantada.— ¡Coge la varita, rápido!
—He visto tus llamadas, sabía que era urgente. —Le contó él.
—Ya... Claro, claro que las llamadas eran por eso...
—¡No te atrevas, chico karateca! –Chilló Ludo, mientras le apuntaba con la varita a Marco.
—¡No la cojas, Marco! Te hará daño...
—No te atreverás a cogerla. —Siguió Ludo, enfadado.

Entonces, Marco le dió una gran patada a la varita, que voló por encima de la cabeza de Ludo, y Star la cogió.

—¡Ahh! —Gritó Marco, pero Star no lo oyó.
—¡Ja ja! Te hemos ganado, Ludo.
—Eso es lo que tú piensas, princesa Butterfly. —Se rió de una forma escalofriante su enemigo.
—¿Que...? —Y se dio cuenta de que Marco estaba dentro de una cápsula azul y verde, creada por la varita de Ludo. —¡MARCO!
—Dame la varita o tu amigo se convertirá en papilla de karateca. –Le advirtió Ludo.
—¡No se la des, Star! ¡Salva el universo!
—Marco... Yo... Tengo que dársela.

Ludo sonrió, y Marco pataleó la cápsula que lo tenía prisionero. Star comenzó a llorar.

—¡Star, ESCUCHA! ¡No importo yo, importan todos los seres que viven en el universo! Sálvalos, puedes hacerlo.

Star siguió llorando, y con pasos lentos se aproximó a Ludo. La varita, sujeta entre sus dos manos, mirando para arriba, lucía apagada, débil. Como si supiera el destino que la esperaba.

—No, Star... —Decía Marco.

Entonces, Star habló justo antes de darle la varita a Ludo.

—Lo siento, Marco.
—No...
—¡Dame la varita ya! ¿Quieres?
—¡CÁLLATE! —Le gritó Star a Ludo, de una forma que hasta él se asustó.— Lo hago para salvarte...
—¡No me salvarás! ¡Sacrificarás al mundo por mí!

Entonces, justo cuando la varita rozó la mano de Ludo, Star gritó:

—¡MEGAEXPLOSIÓN DE ARCOIRIS!
—Me has mentido...
—Star, ¿Que has hecho?

Entonces, Marco no vio nada más. Un montón de humo, árboles, rocas grises y ramas lo inundó todo.
La cápsula mantenía a Marco a salvo, pero no a Star.

—¡STAR! —Gritó, deseando que no le pasara nada.