La Pequeña Librería En La Esquina De Vincent y Monroe

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Elizabeth entró con paso apresurado a la librería para protegerse de la fuerte lluvia que asotaba las calles, una ves dentro Elizabeth se percató de la calidez y el olor de la vieja librería. olía a madera y pegamento para libros, y estaba extrañamente calido, tomando en cuenta la lluvia de afuera.
-¿puedo ayudarte en algo?- escucho una voz grave proveniente unos cuantos pasos delante de ella, Lizzy avanzo más y logro ver a un hombre anciano de mediana estatura con ojos grandes y anteojos, Lizzy se preguntó si sus ojos eran asi de grandes o solo era un efecto provocado por los anteojos, y con un Abundante cabello repleto de canas.
-Lamento mucho haber entrado de esta manera- Se disculpó Lizzy- pero la lluvia me a impedido seguir mi camino señor... - Elizabeth alargo la ultima palabra con la intención de que el hombre dijera su nombre, pero este solo la observaba de manera indiferente.
-Me llamo Elizabeth, Elizabeth Dickens- se presento Lizzy- el hombre cambio su rostro indiferente al instante y le dedico una sonrisa, Lizzy no supo si era una sonrisa amable o una burlona, asi que decidió regresarle el gesto, despues de todo eso era lo correcto.
-¡Dickens!- exclamó el hombre- como el escritor- Elizabeth solo asintió- Bueno señorita Dickens mi nombre es  Jack, Jack Morrison- y extendio su mano hacia Lizzy, ella tomo su mano y la estrecho fuertemente.
-Es un gusto señor Morrison- dijo alegremente- espero no le moleste mi presencia aqui, solo sera un momento, mientras la lluvia deja de ser tan fuerte.
-No sera ningun problema señorita Dickens mi tienda es su tienda- el señor Morrison le dedicó otra sonrisa a Lizzy y esta supo en cuanto la vio que era una sonrisa amable, asi que se dio valor y continuó.
- Muchas Gracias- Lizzy comenzó a observar la tienda, habia grandes muebles, todos ellos cubiertos de libros, algunos empastados en cuero negro, otros con solo una pequeña pieza de papel como los que ella usualmente compraba y algunos otros más de un material que no pudo reconocer. Tambien eran grandes y pequeños, delgados y no tan delgados y no parecían tener un orden, estaban acomodados si, pero no como en todas las librerías algunos de pasta gruesa y altos estaba con los pequeños y delgados  y asi en toda la tienda.  
Lizzy recorrió los pasillos mirando y tocando los libros a su paso, tomo un tomo de Alicia en el país de las maravillas, lo observo y volvio a poner en su lugar; lo mismo hizo con los viajes de Guiliver, El retrato de Dorian Gray y Los miserables hasta que se encontró con un libro que llamó especialmente su atención. Era un libro grueso, con empastado grueso y negro y en el centro de la pasta tenía un solo círculo con una rosa en lo que parecía ser aluminio u otra clase de metal, Lizzy lo tomó y logro notar que a pesar del tamaño no era un libro realmente pesado, si no ligero y con un olor a viejo que entro por sus fosas nasales sin ningun problema. Camino hacia la barra que separaba lo que Lizzy pensó seria la oficina del señor Morrison con el resto de la tienda y al llegar dejo el libro en está .
-¿Cuánto pide por este? -Preguntó Lizzy señalando el libro.
-¿Dónde lo ha encontrado? - el señor Morrison pregunto mirando fijamente a Lizzy.
-En el ultimo gabinete, cerca de aquella lámpara, y señaló hacia el fondo de la tienda.
-Hacia años que no lo veia- contesto el señor Morrison con un deje de sorpresa- es un libro muy viejo, más que yo- bromeó- y con muchos secretos en su interior, siempre que creo saber en donde esta simplemente desaparece como si tuviera vida propia. Me parece que no es un libro muy adecuado para una jovencita como usted- volvio a mirar a Lizzy- habiendo tantos libros ¿por que a elegido este?- la curiosidad del señor Morrison se notaba en el tono de voz que uso y, aunque a Lizzy le agradaba el hombre; no sabia por que había elegido el libro solo lo vio y de un segundo a otro sabia que debía llevárselo a casa, necesitaba llevarlo consigo.
-Me gustan los libro viejos- dijo al fin-
El señor Morrison que no era un hombre al que le gustara meterse mucho en la vida de los demás sabia que aquel libro no era cualquier libro, era especial, todo aquel que pusiera sus ojos en el lo queria pero, aquellos que se lo llevaron siempre lo devolvian. Pero la señorita Dickens parecía una jovencita fuerte y decidida asi que decidio que podria soportar lo que sea que las páginas del libro guardarán.
- Para usted señorita Dickens sera un regalo
Lizzy no podía creerlo, deseaba el libro, si, pero no podia llevárselo asi como si nada.
-Es muy amable señor Morrison, pero no puedo permitir que me lo regale, dígame su precio y yo lo pagaré- declaro Lizzy.
-Sabia que era una jovencita muy amable- sonrio- asi que le propongo algo-se acercó más a Lizzy- puede llevarselo como una prueba y si en una semana a partir de hoy usted no lo regresa, lo pagará. Después de todo este libro jamas a tenido un verdadero hogar y si usted es la indicada nada me haría mas feliz - Lizzy no podia creerlo, el hombre realmente le estaba obsequiando el libro, asi que hizo lo que su sentido común de 17 años de edad le dijo: aceptó.

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