CAPÍTULO TRES

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LUNES 25 DE SEPTIEMBRE, 2017

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LUNES 25 DE SEPTIEMBRE, 2017

El sonido de la alarma retumba por la habitación, alzo la vista y ahí se encuentra como si disfrutara el hecho de despertar a personas que yacen dormidas.

—¿Cómo es que te escuche hoy? —le cuestiono, aunque no vaya a haber una explicación.

Me siento en la orilla de la cama mientras observo mis pantuflas de monitos. Mis parpados pesan más de lo normal y muero por volver a dejarme caer en la cama con tal de dormir un poco. Cabeceo y rápidamente abro más los ojos.

—¡Makayla! ¡Deja de ver esas pantuflas y apúrate!

Emito un sonido de afirmación que parece un gemido. Me levanto y entro al baño. Ya lista me enfundo en una playera azul cielo en conjunto de un pants negro y mis zapatillas del mismo color. En menos de media hora llego a la escuela. Tengo el presentimiento de que este día será malo, relativamente más de lo que de por sí ya es.

. . . . .

—En conclusión, podemos entender que el arte se ha vuelto algo relativamente fabuloso en la vida. Nos dimos el derecho de apreciar y buscar significados en lienzos que marcan a una persona o a muchas. Gracias.

Una ola de aplausos invade el salón. La maestra de arte nos dejó hacer un ensayo de mil palabras y justamente a mí me toco leerlo en voz alta, esa profesora tiene algo en mi contra, puedo casi jurarlo.

—Bien, señorita Thompson —declara la maestra con los ojos en sus papeles—. Pudo ser mejor.

Respira, Makayla, no por culpa de una anciana sin escrúpulos vas a ponerte a llorar.

Asiento lentamente con los ojos pegados a mi trabajo. Me siento en mi lugar con las manos temblando y con la respiración agitada; mi compañera solo me observa de reojo con una sonrisita en los labios, no logro distinguir si se compadece o se burla, aunque realmente en este instante me importa un carajo.

Los minutos pasan más rápido de lo normal y gracias a Dios acaba la clase. Salgo del aula con las mejillas con un color carmesí ya que la maestra pone los ojos en blanco al verme, trato de ignorarlo.

Esa anciana no me bajara los ánimos, no, ya no; verifico mi horario y, aleluya, una hora libre. Me desvío hacia la parte trasera de la escuela donde los árboles y áreas verdes abundan, desde pequeña estos lugares me dan tranquilidad, tomo asiento en un banco donde un árbol apacigua la luz. Coloco mis cosas en la mesa estilo picnic, entro a word para seguir con el capítulo que tanto he esperado.

No me doy cuenta de cuánto tiempo he llevado sentada hasta que alzo la vista al percibir la presencia de alguien, Miller. Se encuentra de pie frente a mí con su sonrisa de superioridad como si supiera el poder que tiene en mí, en un descuido me arrebata la laptop y en intentos fallidos trato de recuperar el aparato durante unos minutos hasta que me rindo, es imposible luchar con alguien tan ágil como él.

JUEGO PERDIDO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora