Capítulo uno.

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Mamá me entregó el dinero hoy, quizá sería mejor ir yo misma a guardarlo.

Estaba agotada, mis trabajos, mi madre. Mi maldita vida. 

Me mudé al norte de California hacia dos semana luego de haber vivido toda mi vida en Canadá. Y todo por una sola razón.

Finn Wolfhard, aquel maldito y enfermo chico que me acosó por varios meses.

Mamá continúa lavando ropa, yo, guardaba el dinero en una pequeña caja pintada de color bordó.

—Necesito que vayas por una sopa instantánea hija...

—De acuerdo, voy por mi abrigo y salgo mamá.

Me dirigí hacia nuestra habitación, ambas vivíamos en una pequeña casa alquilada que consistía en tres habitaciones. La primera era la cocina, la segunda donde dormíamos y la tercera un pequeño baño con una ducha.

Mamá estaba enferma, hacía ya unos cuatro meses había sufrido un accidente.

Esa fue la primera vez que intenté suicidarme...

Desvíe toda mi atención en mis pensamientos y cogí mi abrigo, afuera hacia bastante frío. Debimos habernos mudado en otra parte de California, pero sinceramente preferí el frío que el calor.

Cuando salí, acomodé mi bufanda a un lado y suspiré dejando salir mi aire y en él un pequeño humo.

Sonreí, estas cosas tan sencillas me hacían feliz.

Con paso decidido y algo de dinero en mi bolsillo caminé hacia algún super abierto. Era algo tarde y con el frío la gente prefería no salir.

Mi cabello estaba suelto, de esa forma me gustaba para sentir el viento moverlo.

Llegué a la tienda de un señor mayor, estaba con una bata muy abrigada y llevaba unos anteojos en su pecho colgando. Me miró a través de los vidrios del local y le dedique una sonrisa. Él era una persona muy amable, aunque algo gruñón a veces.


—Es muy tarde ____, no deberías salir a estas horas y más cuando hace mucho frío.

—Lo sé, Gray.-Me quedé en silencio observando por unos segundos la televisión que colgaba sobre un estante.- Es que mamá me pidió una sopa instantánea.

—Oh, elige una de verduras, te lo recomiendo... Por cierto, ¿cómo va tu madre? ¿Necesitan ayuda con algo? Creo que tengo un dinero para ustedes...

Me negué al escucharlo, y di suaves palmadas en su hombro agradeciéndole por su preocupación. Él me sonrió también entendiendo.

—Buscaré la sopa, mamá se va a preocupar si me tardo...

Y voltee para dirigirme hacia los grandes estantes con distintos alimentos. Busque la sección de las sopas y luego de encontrarla, pagué y salí de allí sin perder mucho tiempo.

Por unos segundos me detuve en la vereda, algunos autos pasaban con prisa.

Del otro lado, había un joven más alto que yo, llevaba un gorro y una bufanda que tapaba casi todo su rostro.
El único hecho que llamó mi atención, es que iba todo de negro.

Luego, crucé la calle pasando a su lado.

Cuando ya había llegado a casa, mamá estaba sentada en el suelo, con ambas manos en su cabeza. Aterrada, dejé la pequeña bolsa sobre la mesita y socorrí a mi madre.

—¡Mamá! ¡¿Estás bien?!

Ella asintió lentamente, y se apoyó en mi para levantarse. La recargue bien y la llevé al colchón. Verla de esa forma me hacía muy mal.
Pero, agradecía que aún estuviera aquí, conmigo...

—Haré tu sopa, si te sientes mal, sólo llámame.

Mamá me dio un pequeño beso en mi frente y luego, salí de la habitación dispuesta a hacer la sopa. No tardé mucho, pero cuando estaba por servirla, mi celular sonó.

Deslicé mi dedo en la pantalla, era un mensaje de un número desconocido.


Mensaje nuevo.

De: desconocido.

Me alegró mucho verte una vez más, mi preciosa _____, aunque no me costó mucho encontrarte.
Ah, ese perfume tuyo, no sabes cuanto me pone.

Mis lágrimas no tardaron en hacerse presentes, aquel maldito me había encontrado y lo peor aún, estuvo cerca de mi.

¿Por qué Wolfhard estaba siguiendome?

¿Por qué yo? ¿Qué demonios le pasaba? ¡Él necesita ayuda, está loco!

Comencé a perder el aire, no podría volver al mismo infierno de antes. Era como estar viviendo una pesadilla sin fin. Simplemente todo se acabaría para mi.

Mis manos comenzaron a sudar, dios. No podía permitir esto, no podía.

Refregué mis ojos y limpie mis lágrimas, mamá no podía enterarse, sería demasiado. Me mantendría callada, y lejos de los problemas.
Ella me necesitaba.

[...]

Entré a mi trabajo, la cafetería por la mañana estaba con mucha multitud. La mayoría, estudiantes que suelen venir por algo para luego ir a clases. Y a veces algunos empleados de otros lados.

Miré el reloj mientras servía un café express. Mamá de seguro ya estaba en su trabajo.

Y no, no es como si me gustara que ella trabajara en su estado. Pero era orgullosa, y necesitábamos el dinero.

Tuvimos que pedir un préstamo al banco para poder llevar los gastos de su tratamiento. Y debíamos trabajar mucho para poder pagarlo.

—¡Su orden lista, muchas gracias por venir, vuelva pronto!-Mostré mi mejor sonrisa a la clienta. Ella asintió contenta.-

Ella era la última para atender, por lo que me senté en algún lugar vacío con una taza de chocolate en mis manos. Millie estaba en la caja, al verme se acercó.

—No te veo bien, ____, ¿pasa algo?

—Sí, digo no...-Dejé la taza sobre la mesa.- Es sólo que estoy preocupada, ya sabes.

—Me imagino... Bueno, ya sabes que puedes hablar conmigo...

—Lo sé, y gracias por eso Millie...

Ella despeinó un poco mi cabello y luego se volteo para atender al cliente que había entrado.

De repente, mi celular volvió a sonar, temí porque fuera un mensaje de aquel maldito.

Con nerviosismo y miedo, la pantalla se prendió y me paralicé al ver el número desconocido nuevamente.


Mensaje nuevo

De: desconocido.

¿Te alegró saber que volví por ti? No debiste irte de Canadá, bonita, te extrañé...

Por cierto, deberías responderme... Ah, saluda a tu madre de mi parte, cada día va peor, no querrás que empeore el doble. ¿No, _____?

Cerré aquel mensaje y bloque mi celular a punto de llorar. ¿Cómo era posible que alguien pudiera ser así?
Y lo peor de todo, ¿por qué meterme en esto?

Aquello era claramente una amenaza. Lo conocía y a la vez no.
Pero, por algo todos le temían.

Maldije en voz baja apretando mi celular entre mis manos.

El día comenzaba de la peor forma...

Detrás de mí. [Finn Wolfhard, y tú.] PAUSADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora