Capítulo dos.

337 31 3
                                    

Mi jefe se despidió de mi luego de darme unos últimos avisos. Saqué la basura y volví adentro.

Era ya de tarde, estaba fresco, no hacía tanto frío.

—Extraño.-Me dije.-

Trapee el suelo del lugar, afuera pasaba mucha gente, seguro estaban aprovechando el clima.

Millie ya se había ido, era la última en salir. Eso me aterraba.
Y todo por el simple hecho de que Wolfhard podría estar cerca.

Aún no podría comprender después de tanto tiempo, el por qué estaba obsesionado conmigo. Era algo irreal.

Quité su nombre de mi mente y acomodé mi abrigo. Cerré con llave y la guardé en el bolsillo de éste junto con mi celular.

Aunque prefería mil veces ir en autobús a casa y evitar cosas que no quería. No podía. Necesitaba ahorrar cada centavo, cada billete.

—Necesito otro trabajo...

Estaba pensando que quizá podría comprarme una bicicleta, de esa forma me podría trasladar más fácilmente y no gastaría en pasajes.
Pero necesitaba lo suficiente.

Volteé al escuchar una bocina tocar cerca mío. Iba en la acera, del lado izquierdo estaba la gran calle.
Fue allí donde la ventana de una camioneta negra, grande y lujosa bajó.

Fue allí donde mi cuerpo se paralizó dejándome inmóvil.

El joven me observaba con una sonrisa ladeada en sus finos labios. Era peor de lo que recordaba.

Entre el pánico y la angustia me giré en mi lugar y comencé a correr lo más rápido que mis pies podían.

La camioneta avanzó luego de unos minutos. Estaban jugando conmigo, y yo, era la presa.

Con todo el tiempo acabarse detrás de mí, el llanto se apoderó. Estaba asustada, ¿por qué me hacía esto? ¿Acaso le había hecho algo realmente malo?

Corrí varias calles, algunas personas me miraban algo extrañadas. Yo solo quería llegar a casa lo más rápido posible.

Cuando quise darme cuenta ya estaba en mi hogar, apoyada sobre la puerta detrás de mí. Mamá me vio y se levantó del asiento dejando de lado su cena.

—Cariño, cariño ¿qué sucede?-Me preguntó, yo la miré.

Tarde unos varios segundos en reaccionar, ella comenzó a sospechar de algo muy malo para verme así.

Debía decirle una mentira.

—Un perro venía persiguiendome, creo que no le agrado mamá...

Me miró extraña, sí, quizás la mentira había sido la peor pero era lo único que se me había ocurrido en el momento. Mamá pasó unos dos minutos incómodos en los que se mantuvo pensativa.

—Debes tener más cuidado, no todos los perros son criados iguales ______.

—Lo sé, lo tendré mamá... Por cierto... -Cambié de tema inmediatamente.- ¿Qué preparaste? Huele muy bien.

—Es carne con verduras, te gustará, ve a cambiarte por mientras te serviré.

—Gracias, no tardo mamá..

Me encaminé hacia la pequeña habitación, aún estaba algo aterrada por el encuentro con Wolfhard. No podía siquiera olvidar su mirada sobre mi, mucho menos aquella sonrisa que tenía.

Al terminar de cambiarme, mi celular vibró. Cerré mis ojos deseando que no fuera él, pero la vida no estaba de mi lado desde hacía tiempo.

Detrás de mí. [Finn Wolfhard, y tú.] PAUSADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora