El viaje empezó sin ningún tipo de problema. El sol resplandecía en lo más alto, provocando un ambiente caluroso pero suavizado con una fresca brisa. Una vez abordo, lo primero que había hecho Delia, había sido correr hacia su camarote para soltar a Ada, que ya había empezado a moverse nerviosa dentro de su bolso. Una vez dentro del cuarto, la había dejado salir y esta había comenzado a trepar y correr por las paredes como loca. Sin duda alguna, el hecho de estar encerrada durante demasiado tiempo no le hacia ninguna gracia. Dado que la presencia de Delia era bastante solicitada a cada momento, ya fuera para hacer comprobaciones o para enseñarla a dirigir el barco pues una vez su padre se retirara definitivamente, este pasaría a ser parte de su propiedad y tendría que hacerse al cargo. Normalmente, la herencia solía pasar al marido, pero Delia había dejado bien claro desde el principio que no le importaba con quien uniera su vida en el futuro, el barco le pertenecería a ella y a su padre hasta el fin de sus días.
Tras haber realizado un montón de tareas que le habían sido encomendadas, salió a la cubierta a respirar algo de aire. La suave brisa comenzó a darla en el cogote, suplicándola que dejara libres sus cabellos para poder enredarlos y jugar con ellos. Ella no se lo pensó ni dos veces e hizo caso al viento, se deshizo de su coleta dejando su larga cabellera libre. En seguida el aire comenzó a jugar con ella, haciendo que su aspecto quedara salvaje, ya que esa era la primera impresión que causaba con la camisa arrugada y el pelo enmarañado. Pero eso a ella no le importaba, pues era feliz de aquella manera. Cerró los ojos lentamente, mientras que acompasaba su respiración con el murmullo del viento, quedando de esta manera en una tranquilidad absoluta. Pero este momento no duró mucho, pues de los altavoces empezó a oirse el aviso de que El Salto estaba a punto de comenzar. Delia puso una mueca de fastidio al oír esto, pues sabía que eso significaba que debía volver a su habitación y quedarse ahí un buen rato. Seguramente para cuando saliera ya tendría nuevas tareas que llevar a cabo. Tras observar una última vez el paisaje que se alzaba ante ella, dio la vuelta y se fue en dirección a su habitación.
Justo cuando estaba entrando, el barco dio una leve sacudida, causando que Ada se pusiera nerviosa y saliera disparada por la puerta. Denia vio como la ardilla escapaba y tardó más de lo que le hubiera gustado en reaccionar y para cuando dio la vuelta ya la había perdido de vista. Nerviosa, comenzó a buscarla por cada rincón, sabiendo que como alguien la viera la obligaría a regresar a su camarote de inmediato y seguramente, se lo comunicaría a su padre. Con los nervios a flor de piel, bajó las escaleras hasta la cocina, pensando que tal vez hubiera ido a por algo de comer, pero allí tampoco se encontraba. Tampoco tuvo suerte en los pasillos, en los baños comunitarios o en las duchas. Tampoco en las áreas comunes ni en el esplendido comedor. Delia ya estaba a punto de abandonar su búsqueda, pues se encontraba cansada y con el corazón a punto de salírsele por la garganta, ya no sabía por donde vas mirar para buscar a su peluda amiga.
-Ada...Ada...-comenzó a llamarla-Ven aquí pequeñita...
Entonces, se le ocurrió mirar en un nuevo lugar, era arriesgado y hubiera preferido no tener que hacerlo, pero debía mirar en la cubierta. Sabía que era peligroso, pero una vez empezó a subir las escaleras hasta allí, la adrenalina tomó posesión en su cuerpo haciendo que le fuera imposible regresar. En cuanto estuvo afuera, no pude evitar sofocar un chillido. Se encontraba ante un espectáculo tan hermoso como irreal. Montones de luces danzaban frente a sus narices y absolutamente todo tenía un brillo especial. Lentamente, comenzó a caminar, con temor de tocar alguna de las luces o formas y romper su magia.
-Ada...-empezó a llamarla Delia, y no la hizo falta alzar la voz, pues no había sonido alguno en ese lugar. El viento había dejado de murmurar y los sonidos externos ya no sonaban por ningún lugar, Delia cada vez tenía más claro que se encontraban en medio de la nada. Haciendo acopio de valor se acerco hasta uno de los bordes del barco, para poder ver sobre que navegaban. Bajo ellos se extendía un inmenso vacío. Era todo oscuridad, y Delia no estaba segura de si tendría un fin. Entonces, razono que si te caías por ahí, te auto-condenarías a caer a ninguna parte por el resto de tu existencia. Temblorosa tras aquel razonamiento, se alejo de los bordes y continuo su búsqueda, ahora con más precaución. Al parecer Ada tampoco estaba en la cubierta, su búsqueda ya se quedaba sin sitios en donde llevarla a cabo.
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I'll came back
FantasyNos encontramos en una realidad distinta, quien tiene un barco tiene poder. Y es que los barcos no son como los imagináis, si posees uno de estos barcos podrás viajar a una dimensión distinta. ¿Quieres descubrir de que dimensión estoy hablando?