"El regalo más grande"

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Un paisaje blanquecino adornaba toda la cuidad, la noche anterior había nevado, el sol hacía brillar la superficie de la nieve como cristal, como diamantes. A pesar de ser medio día, la madre de Kevin ya tenía todo planeado para esa noche, cada cosa y cada detalle estaban bien planteados en su mente. Y no se diga Kevin, ese chico a pesar de tener 17 años se enloquece con las festividades navideñas, una de sus épocas favoritas del año. El pelirrojo ayudaba a su madre a decorar lo que faltaba en la casa, colgaba adornos y luces que le daban un toque adorable y cálido a la casa. Estaba ansioso por cenar ésta noche. Además, las ansias no daban sólo para la cena; su padrastro: Carlos Adame, vendría a pasar la navidad en la cuidad; aunque ciertamente pasa las navidades en México con él y su madre, gracias al trabajo que los mantiene encerrados allá, siente emoción de pasarlo en su propia casa, y a pesar de que jamás igualará a su padre biológico, es el mejor modelo de padre que pudo tener.

—Kevin, cariño—le llamó desde la cocina—. Ven un momento.

Colgó los últimos adornos que faltaban y se dirigió a la cocina.

—Dime mamá—se sentó en un banquillo junto a la barra.

—Horneé estas galletas para Doble D y su familia—sacó una gran bandeja con galletas de jengibre.

A Kevin se le hizo agua la boca de sólo olerlas, se veían deliciosas.

—Ahora sólo hay que decorarlas—le tendió enfrente mangas pasteleras y diferentes betunes de sabor para decorar—. Y ahí es donde entras tú.

—¿Qué yo las decore?

—Sería un lindo gesto para él—le guiñó el ojo.

Su cara enrojeció y se tensó. Tragó saliva y exhaló.

—B-Bien, supongo que puedo hacer eso.

Tomó una manga y tiritando de los nervios trataba de dejar salir algo de esta.

—Tranquilo—rió su madre—. Lo has hecho muchas veces. No tiene porque ser diferente ahora.

—Lo es—murmuró rendido.

Su madre negó con la cabeza. Le levantó la mirada tomándolo de la barbilla.

—Sé que te pone nervioso la idea de hacerle un regalo a tu novio, pero no tiene nada de malo.

—No, no es eso—desvió la mirada—. Siempre que se trata de él ciento que me cuesta mucho hacer algo.

La mujer colocó su dedo índice sobre sus labios y rió burlona, al ver lo apenado que estaba su hijo.

—Bien—dijo finalmente—. Te ayudaré.

Asintió mordiéndose el labio. Era muy vergonzoso para él hablarle de su relación con Edd a ella.

Quiero hacerte un regalo
Algo dulce

Algo raro...
No un regalo común

De los que perdiste o nunca abriste

Que olvidaste en un tren o no aceptaste...

De los que abres y lloras

Que estas feliz y no finges

  De los que abres y lloras  Que estas feliz y no finges

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El regalo más grandeWhere stories live. Discover now