Capitulo 1

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Era un día de verano, estábamos de vacaciones, por suerte.
Recuerdo que llegó una carta, anunciando un repentino cambio de escuela.

El caso era que, en el invierno pasado, la secundaria en la que estudiaba (por decirlo de alguna manera, ya que nunca asistí) se derrumbó a causa de la mala estructura, puesto que suspendieron las clases por todo el resto del bendito año.

Estaba feliz hasta éste momento, éste maldito momento.

La carta también decía, que nos iban a trasladar a una secundaria de un nombre muy extraño que jamás había oído, pero eso creo que es lo de menos.
Ya falta una semana para el comienzo del año escolar y el término de las vacaciones, desgraciadamente.

Me encuentro recostado en el sillón de la sala, viendo la televisión. Ya ha anochecido, y tengo mucho calor.

— Ahora que vas a estar en una preparatoria de ese nivel, te tendrás que comportar como se debe...— dice la mujer a la que me hacen llamarle "madre".
— Jimmy...— me dice, ya que no despego los ojos de la televisión.

Sigo mirando el aparato, ignorándola a propósito. Siempre he odiado a esta mujer. Podrá ser mi madre biológica, pero nunca ha logrado llamarse como tal, me arruinó la existencia.

— Jimmy — insiste.

— Que — digo seco, a lo que se supone es una pregunta, pero no le doy el tono para una.

—¿Escuchaste todo lo que te dije?

— No voy a ir a esa escuela — digo sin dirigirle la mirada, sé como reaccionará.

— Claro que tienes que ir, es tu obligación como hijo, debes...

— ¿Obligación como hijo? — giro la cabeza hacia la derecha, mirándola incrédulo, y sin comprender cómo pudo decir eso — ¿me vienes a hablar a mí de obligaciones? — me altero — ¿y cuál es tu obligación como madre? — me enderezo, echando humo por las orejas — ¡¿Cuál fue tu obligación como mujer?!

— ¡Jimmy, ya basta! — me grita Zack desde la cocina, mi hermano mayor, quien se encuentra lavando los trastes, enojado por lo que dije — ¡no puedes hablarle así a tú madre! — se gira hacia mí, con el seño fruncido.

— ¡Yo le hablo como quiero! — respondo rápidamente.

— ¡Ya paren! — interviene Micke, mi hermano mayor, pero menor que Zack, desde el otro sofá — ¡no puede ser que se estén gritando todo el tiempo!

Nos quedamos unos segundos en silencio. Micke nunca discute, siempre se queda callado, pero ésta vez se atrevió a abrir la boca.

Muy bien marica.

— Zack tiene razón, Jimmy — resuelve después de un tiempo — no puedes hablarle así a mamá.

Blanquéo los ojos y me vuelvo a la posición en la que estaba unos minutos atrás, mirando la televisión. Siento como las miradas de los tres están sobre mí, muy enfadadas.

— Déjenlo — dice la señora — me odia — la voz se le quiebra un poco en la ultima palabra. Sé que quiere causar pena pero, no lo hace.

— ¿Se supone que me debo sentir mal? — la miro irónico. Ella abre unos inmensos ojos, sorprendida por lo que acabo de decir.

No dice nada, nadie dice nada, todos están anonadados por mi pregunta mientras la miro descaradamente.

— Responde — me dirijo hacia ella, y sus ojos se abren nuevamente como platos, los de los tres.

Está a punto de abrir la boca, pero un grito de afuera nos saca de la tensión.

— ¡Jimmy! — todos dirigen sus miradas hacia la ventana, para lograr ver al dueño de ese llamado, pero yo sé muy bien de quién se trata.
— ¡Jimmy Reardon! — en el momento en el que nombra MI apellido, la mujer a mi lado, me golpéa con la mirada.

Amo amarte (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora