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- ¿Cómo está Balthazar?- susurré temiendo la respuesta.

- Ya lo conoces, no muy feliz porque vine a verte.

- Por tu tono supongo que sigue molesto conmigo.

- Lo está, bastante. Pero no te preocupes, solo nos tiene a nosotros, se le pasará.

- Aun así siento que debería disculparme, no debí...

- Ya basta, Castiel, estabas en tu derecho de hacerlo, literalmente.- la mirada de Gabriel me mostraba una empatía sincera, y decidí dejar el tema solo. Tomé la maleta de mi hermano y con una culpabilidad que sentí de repente, nos subimos al auto.

- ¿Y papá?

- Sigue escribiendo, ya sabes. Ocupado en su propio mundo.- Gabriel hizo una pausa, como si no estuviera seguro de decir algo más.- Te extraña, habla de ti todo el tiempo.- Gabe se veía inseguro, sabiendo cómo me sentía al respecto de ese tema.

- Tengo planeado pasar ésta Navidad con ustedes.- dije con sinceridad. Mi hermano abrió los ojos sorprendido.

- ¿En serio?- asentí mientras tomaba una curva hacia la izquierda, camino a mi departamento, y la felicidad de Gabriel se pudo sentir en el ambiente.- Papá estará encantado.

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El vuelo había sido agotador, no lo negaba, pero el cansancio no le llegaba a los talones a los nervios de regresar a casa después de estos tres años. Las series navideñas y múltiples árboles adornaban el lugar, poniendo una nota dulce a mi llegada. En cuanto me había bajado del avión revisé mi celular, descubriendo un par de mensajes de Dean: 'Ten un buen viaje, Cas' y 'Dice Sammy que espera conocerte muy pronto. ¿Te imaginas? Dos genios a mí alrededor, no creo poder soportarlo. xoxo' Alcé las cejas con un poco de sorpresa, aún sin acostumbrarme a que los mensajes de mi novio terminaran con 'besos y abrazos'. Sonreí y contesté rápidamente, y en el momento en el que presioné 'enviar', escuché como una bocina sonaba frente a mí, justo afuera de la entrada principal del aeropuerto.

— CASTIEL NOVAK. — mi mirada buscó con ansiedad el origen del grito, y mi corazón dio un vuelco cuando reconocí a la conductora de la camioneta azul que seguía sonando su claxon.

— ¿Charlie? — la chica pelirroja sonreía sin dejar de sonar la bendita bocina, hasta que abrí la puerta y subí de un salto.

— ¡CAAS! ¡No puedo creer que hayas regresado! Cuando Chuck me lo dijo pensé que bromeaba. "¿Cas de vuelta? Sí, claro" ¡Pero aquí estás! ¡Y en Navidad! Estoy tan feliz.— Charlie seguía hablando con tres octavas más altas de las necesarias mientras nos conducía fuera del aeropuerto, y se sentía como si no fuera a parar.— Tu padre está vuelto loco con las preparaciones. Lo acompañe a comprar el árbol y escogió el más grande porque pensó que te gustaría, y los regalos de Navidad, ¡oh, Chuck! Amé los regalos que compró. A veces quisiera que él fuera mi padre, porque...— dejé que hablara para que su voz calmara mis nervios, siendo muy consciente de lo que se avecinaba.


No puedes hacerlo, Cas. Dale una oportunidad.

—Tú sabes muy bien qué es lo que quería, Balthazar. Voy a honrar eso.

—¡No es tu elección!

—¡SÍ LO ES, Y TÚ LO SABES! Maldita sea, Balthazar.



Los recuerdos firmemente agarrándose de mi visión impidieron que me diera cuenta que la esquina en la que estábamos dando vuelta era la de mi hogar, donde había crecido con mis dos hermanos y mi padre, donde había jugado, gritado y llorado, el hogar que había dejado tan pronto y Balthazar y yo...

Entre espejos y cancionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora