Púas {Leona x Kalim}

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Había iniciado como una clase de broma, una broma motivada por la siempre hiperactiva curiosidad de Kalim, quería saber, necesitaba saber, incluso si el león no era de su agrado, realmente quería descubrirlo y no, no era una extraña tensión sexual...

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Había iniciado como una clase de broma, una broma motivada por la siempre hiperactiva curiosidad de Kalim, quería saber, necesitaba saber, incluso si el león no era de su agrado, realmente quería descubrirlo y no, no era una extraña tensión sexual la que tenía con el líder de Savanclaw, no importaba si nadie le creía, Kalim no iba a admitirlo y mucho menos Leona.

Pero si no lo era ¿Por qué ahora el mayor estaba sentado al borde de su cama, con el niño de Scarabia entre sus piernas?

—Si quieres saberlo, date prisa —Tan poco tacto como siempre, desesperado, pero con un morbo hinchando su hombría. Sus brazos cruzados, una expresión desinteresada y fastidiada, pero un anhelo palpable esperando a que el de cabello blanco bajara los pantalones.

Kalim estaba indeciso, pero había llegado muy lejos como para arrepentirse, Leona estaba accediendo y eso era más de lo que muchos otros hubieran logrado, tragó saliva y en un lapsus de valentía, bajó los pantalones junto con los bóxer. El miembro ligeramente despierto ¿Había bastado la sola imagen de Kalim arrodillado para ponerlo en ese estado? Si, claro que sí.

El rostro del de Scarabia enrojeció y si su boca se hizo agua, lo disimuló, ansioso, viendo las pequeñas púas adornando el pene ¿Cómo se sentiría tenerlo dentro? ¿No era doloroso para Leona tenerlas? Oh, quería tocarlas y lo que Kalim quería, lo tenía.

Leona no puso excusa, tan solo chasqueo la lengua, desviando la mirada mientras permitía que el más pequeño saciara su curiosidad, tocando, acariciando, lamiendo incluso.

Leona se aferró a las sábanas de la cama, frunciendo el seño mientras trataba de regular su respiración, ahogando ese deseo de tomar el cabello blanco y obligar al descarado niño de Scarabia a tragar toda su longitud. Estúpido herbívoro, no sabía lo mucho que podía rasgar su garganta de no controlar ese bajo instinto.

Y Kalim, tan torpe como era, estaba siendo tan cuidados, sin meter el pene en su boca, solo lamiendo, asegurándose de siempre seguir la dirección de las púas, no quería lastimarse y tener que dar explicaciones a Jamil. Oh pero claro que se estaba divirtiendo, su propio deseo hinchando la entrepierna, tan deseo de llevar esto un poco más lejos, claro que quería montarlo, sentirlo tan dentro como fuera posible, ser testigo del famoso libido de Savanclaw. Pero... Pero... No, no había excusa, al menos no para Leona.

Finalmente rompió la poca paciencia que le caracterizaba, levantó al más bajo y lo lanzó contra la cama, sudando y demasiado hambriento, desgarrando el uniforme del de Scarabia.

—¿Esto es lo que querías, Kalim? ¿Acabar con mi paciencia? —El prefecto de Scarabia negó, sudando frío al ver el pene erecto, con sus púas en dirección a su entrada. Pero si, si era lo que quería, una voz traviesa dentro del él reía y gozaba mientras la lengua rasposa de Leona se colaba entre sus piernas, lubricando y dando una pequeña probada de lo que era realmente sentir que su paredes se rasgaban.

¿Asustado? Claro que sí ¿Dolía? Joder, si ¿Iba a detenerlo? Claro que no, su jadeos llenaron la habitación, un deseo mal sano de tenerlo dentro, de fundirse con él, el ardor actuando como un fuerte afrodisíaco en su sistema. Llamando una y otra vez al príncipe de ojos verdes, abriendo sus piernas para él, rogando que entrara En él y claro que la sequía quería apoderarse del oasis.

De una estocada, Kalim gritó, arañando la espalda, mordiendo el hombro moreno para encontrar un escape al dolor, gozando cuando comenzó el vaivén, sentía las púas rozar en cada centímetro de piel, no podía evitar gritar a viva voz, dolía y se sentía tan jodidamente bien.

Y cuando el clímax del león se anunció, se pegó a él, gruñendo mientras la base del pene se inflaba, un nudo perfecto entre ambos, derramando todo su esperma entre las piernas de Kalim.

—No te preocupes, no he sido tan rudo como para que tengas un desgarre.

El león echo su cabello hacia atrás mientras se levantaba un poco, dándole una vista maravillosa a Kalim, quien simplemente intentaba recuperase de su propio orgasmo, demasiado agitado y aturdido ¿Qué demonios había pasado? E incluso con las palabras de Leona, realmente sentía que algo le había atropellado, joder, ya no debía seguir a su curiosidad, Jamil iba a matarlo cuando lo viera cojeando.

Oh bueno... Solo una vez más.

Noches De ScarabiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora