6. Un Hombro Para Llorar - Mes De Marzo De 2006

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Narra Peter:

Al salir del colegio, como desde hace varias tardes, mi madre me llevó a los estudios para grabar Chiquititas. Aún todavía no había actuado, pero mientras, me fijaba en como lo hacían los chicos, además, cada vez quedaba menos para mi primera escena, y quería que todo saliera bien.

Los chicos fueron llegando de a poco, y la última en llegar fue Lali. Y, no traía una buena cara. Al contrario, nunca la había visto esa cara. Parecía triste, demasiado triste.

Me acerqué a ella al terminar de saludar al resto y la di un beso en el cachete:

— Hola.

— Hola — respondió ella de forma triste.

— ¿Pasó algo? ¿Está todo bien?

— Tuve un problema en el colegio, nada más. No tenés que preocuparte.

¿Un problema? ¿Qué la había pasado? Tampoco me importaba al 100%, pero, Lali era una compañera de grabación, además que me estaba ayudando con biología, parecía buena chica, aunque algo enojona. Necesitaba saber que la había pasado y quería ayudarla, obviamente.

— ¿Sacaste mala nota en un examen?

— No es eso, prefiero no hablar del tema — dejó de mirarme y me esquivó. Pero yo la agarré del brazo, frenándola:

— Decime que te pasa, necesito que me cuentes. Además, se que necesitas contarte, para descargarte no más, ¿o no? Vos me ayudás a mí, yo te ayudo a vos. No es una mala idea.

Ella suspiró y me miró fijamente a los ojos. Seguía estando triste, lo sabía bien con tan solo ver su mirada:

— Tengo que cambiarme para grabar — me dijo para esquivarme de vuelta. Estaba claro que no quería hablar conmigo. Debía comprender que tan solo quería ayudarla.

— Grabás en un rato, me lo dijo Eva.

— Ya sé que grabo en un rato, pero no me gusta que Cris me tenga que estar esperando, así que dejá que me vaya a cambiar, por favor.

— No — negué con la cabeza —. Hablamos con Cris, y así vos y yo hablamos tranquilamente. Me vas a tener que contar al fin de al cabo. ¿Sabés por qué? — sonreí pícaro —. Vamos a pasar la tarde entera juntos, primero acá en los estudios, y después en mi casa, así que no vas a poder estar esquivando toda la tarde.

Ella suspiró pero no dijo nada.

— Una cosita, mi hermano esta estudiando psicología en la universidad, así que... Me podés contar porque mi hermano me estuvo explicando, sé bien como escuchar — volví a sonreír.

— ¿Sos denso eh?

Reí.

— Soy denso, pero recordá, tan solo quiero darte una ayudita. Así que tranqui, no muerdo aunque a veces sea medio bruto.

Ella sonrió un poco, y me puso muy feliz. Al menos la había sacado una sonrisita:

— Me alegro de que estemos mejorando la relación — dijo ella.

— Yo también me alegro. Dejá que te ayudé, y será mucho mejor la relación. Dale, contame. Aú hay tiempo. Grababan a y media y aún son menos diez.

— Una mina muy densa de mi colegio. ¿Viste Rincón de Luz?

Asentí con la cabeza.

— Sí, espera, vamos a tu camarín y me contás más tranquila. Además, al menos así estamos solos.

— Emm... Dale — ella volvió a sonreír y fuimos a su camarín. Juntos nos sentamos, cada uno en una silla y me siguió contando —. Bueno, cuando yo empecé a actuar en Rincón de Luz, ella empezó a estar muy celosa de mí.

— ¿Celosa por qué vos triunfás y ella no?

— Más o menos.

— Que tarada... Odio a esas minas que se creen que son las mejores y después no sirven para nada. A mi me gustan, otro tipo de chicas, ¿entendés?

— ¿Cuáles? Dijiste otro tipo de chicas, pero no especificaste qué tipo de chicas te gustan. ¿Las altas? ¿Las petisas?

Sonreí:

— Me gustan las chicas de verdad Lali. Las chicas que van de frente, las que son maduras en las ocasiones que tienen que ser maduras. Las que son lindas tanto por dentro como por fuera.

— ¿Qué querés decirme con eso? — me preguntó riendo.

— Nada, tan solo te estaba diciendo cómo me gustaban las chicas. Y a vos, ¿qué clase de chicos te gustan?

— Normales.

— ¿Normales? — pregunté riendo —. Una pregunta, ¿te gustaba Agustín Sierra cuando eras chiquitita? Bue chiquitita seguís siendo — la jodí, y ella se rió.

— Me gustaba, pero se puso de novio con otra chica, así que me dejó de gustar. Era muy chiquita, tampoco me dolió demasiado que me cambiara por otra. Como vos dijiste, cuando era más pequeña de edad, era demasiado chiquitita, y yo creo que los chicos me miraban como a una nenita, apenas me daban bola.

— ¿Y ahora te dan bola?

— Más que antes sí — rió —. ¿Y vos tuviste novia alguna vez?

Reí:

— ¿Te interesa si tuve o si tengo?

— ¿Tenés?

— No, tuve de chiquito... Hace un par de años pero no fue nada. Picos sin importancia.

— Yo nunca besé a nadie fuera de escena.

— Aún tenés mucho tiempo por delante así que no te pongas mal por ello. Y una cosita, si esa minita te vuelve a molestar, acá tenés un hombro en el que llorar, y a un hombre que le va a decir un par de cositas para que se sepa comportar como una mujer, y no como una salvaje.

LALITER: La Historia Que Nunca Se Ha ContadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora