PARTE 1

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-No llueve. Ojalá lloviera -susurré mientras miraba por la ventana de mi auto.

No era de mis mejores días, ya que había sido despedida de mi trabajo. Suspiré y traté de concentrarme en el camino. Apenas podía tener mis ojos abiertos debido a que me quedé hasta tarde terminando un proyecto que mi jefe no logró apreciar. Un compañero, Eliot, tuvo una idea más llamativa que la mía. No podía dejar de torturarme pensando en qué podría haber hecho para superarlo, aunque ya llevaba más de treinta y seis horas despierta.

Bostecé y prendí la radio, estaba sonando una entrevista a un candidato de precidencia de mi país:

-...Si salgo electo, les prometo un futuro para sus hijos. Impulsaré la industria, así creando muchos puestos de trabajo. Voten por mi, y nadie estará desempleado, solamente los que quieran estarlo.

-Idiota -pensé en voz alta -No va a ver hijos si no se puede respirar...

Al llegar a casa, aparqué el auto en frente. Apagué la radio y me dirigí a la parte trasera de este. Tomé la caja con mis cosas, cerré el baúl y caminé por el sendero hasta la puerta. Le eché un fugaz vistazo a las flores de colores que todas las mañanas acomodaba el jardinero, que ya no iba a poder pagar. Con mucha dificultad abrí la puerta y la apoyé, porque no se puede abrir de afuera a menos que tengas una llave. Avancé hacía la cocina que no está muy lejos del recibidor, y dejé la caja arriba de la fría mesada junto a mis llaves. Luego, fui hacia el sillón del living y me senté en él.

Eliot tiene dos hijos y perdió a su esposa hace dos años, sería fatal para ellos que él hubiera perdido el empleo. Me alegraba no haber sido responsable de destruir una familia. Mis padres me aman, y no querían que me vaya de casa. No les quise hacer caso, ya que siempre tuve a alguien que haga las cosas por mi.

"¿Tenés hambre? Te hago la comida."

"¿Tenés frío? Ahora te traigo algo para que te cubras."

"¿Necesitas dinero para salir? Tomá."

"¿Te cuestan los deberes? Yo te explico."

"¿Qué querés que te compre? Puedo ir al supermercado."

Nunca me faltó algo, solamente aventuras. Conseguir un trabajo y mudarme a otra ciudad era mi oportunidad, que eché a perder ya que voy a tener que volver a casa.

No pude evitar llorar al recordar lo fracasada que me sentía. Sentí hormigas en todo mi cuerpo, y sollocé lo más tranquila que pude, hasta dormirme.




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