PARTE 2

38 5 0
                                    

Me desperté con un increíble dolor de cuello gracias a dormirme en una mala posición. Me acomodé el pelo que había quedado en mi boca, y limpié mi saliva. No había sido una buena siesta en absoluto. Lentamente me acerqué a la cocina y abrí la heladera, pero había olvidado comprar algo de comer. Apoyé mi cabeza contra ella, y traté que el frío se transmita a mi frente.

Luego me acerqué hacia la caja donde tenía las cosas de mi oficina. Toqué mis ojos ya que dolían de tanto llorar. No recordaba haberla dejado abierta, pero decidí no prestar atención. Saqué la foto que tenía con mis padres, y la dejé arriba del gran aparato blanco. Suspiré, limpié mis pequeñas lágrimas que habían salido sin advertencia y me acerqué al fregadero para tomar un vaso y llenarlo de agua. Sentí un cosquilleo en la parte baja de mi espalda al ver que aún no había limpiado los trozos de cristal del marco del retrato de Samuel y mío. 

Mi mejor amigo y yo nos habíamos peleado hace unos días, nunca podré olvidar sus palabras: 

"Sos una mimada y siempre todo fue perfecto en tu vida, aceptá que la mía no es igual" 

Ni su portazo al irse. Lo último que vi fue su espalda, cubierta por su chaqueta negra y sus zapatillas avanzar lejos de mi. 

En ese momento escuché unos pasos indiscretos en el living, supuse que era él ya que tenía una copia de mis llaves del apartamento. 

-¿Samuel? -pregunté.

Nadie respondió, pero algo me empujó hacía allí. Me sorprendí al no ver a alguien, pero me convencí de que era producto de mi imaginación.

Las palabras: "Sos una mimada", se repetían una y otra vez en mi cabeza.

Un paso hacia el baño.

"Voy a pedir que te retires, el trabajo de Eliot fue el elegido"

Dos pasos.

"Voten por mi, y nadie estará desempleado, solamente los que quieran estarlo"

Tres pasos.

"Aceptá que la mía no es igual"

Cuatro pasos.

Y un ruido en la cocina me detuvo. Como por arte de magia corrí hacia la puerta de la habitación donde habíamos pasado tantos momentos. Solo pensé en él, su cabello castaño y sus ojos marrones, alejándose de mi.

"Mimada" 

Pero esta vez si había alguien allí, pero no era Samuel.

-Hola Calíope.


MIMADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora