Capítulo 3 - Primeras experiencias

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Era agosto de mil novecientos noventa y cuatro y el episodio de la luz que hace ya casi tres años había sucedido se había borrado por completo, mi vida siguió como hasta antes de esa noche.

Jugábamos mucho con mis amigos y aunque de vez en cuando, al menos al año siguiente recordaba esporádicamente, poco a poco se iban borrando de mi memoria. Jamás había vuelto a vivir algo así e incluso llegué a pensar que todo había sido una broma de mal gusto por parte de mi imaginación.

Tenía once años cumplidos ya y como muchos a esa edad yo me consideraba un joven adulto, maduro y con mucha experiencia. Si bien no era el mejor de mi clase, no me iba mal en las notas y una que otra oportunidad lograba despuntar con mis actividades. Además, era un muchacho que como he mencionado anteriormente diestro para la pelota y a estas fechas incluso habíamos formado junto a otros muchachos de la colonia un equipo juvenil de fútbol.

En este tiempo mi tía Ana, hermana mayor de mi madre había venido a vivir a casa junto a mi primo Luis, ya que ella mi mamá le había conseguido una plaza de trabajo en la fábrica. Mi padre aunque no estaba muy de acuerdo, aceptó y Luis, que tenía casi nuestra misma edad, se había integrado a la perfección en nuestro grupo de amigos.

Ahora no recuerdo muy bien la fecha, más bien creo que era pasado los días mediados de mes, ya que estábamos cursando exámenes ordinarios para ese tiempo. Yo estaba en mi habitación entre estudiando un poco para el examen del lunes que era de matemáticas, que a diferencia de la mayoría a mí sí me gustaba y escuchando un poco de música en mi radio grabadora.

Mi padre ya me había heredado una grabadora Sanyo 3500 de la que siempre que podía nos contaba la historia de como la había adquirido con su primer salario. Para mí era un tesoro ya que de todo el grupo yo era el único que tenía una grabadora propia y no tenía que esperar mi turno en el equipo de sonido familiar como les tocaba a mis amigos. Incluso ellos iban en repetidas ocaciones a mi habitación para que escucháramos música juntos, al final teníamos los mismos gustos.

Eran al rededor de las dos de la tarde del día domingo cuando de la bocina de mi grabadora se escuchaba de forma intermitente y entremezclada con The Sign de Ace of base que era la canción que escuchaba en ese momento en una emisora local una especie de interferencia, que en ese momento no le presté mucha atención ya que en esa vieja grabadora era común que una radio se entremezclara con otra haciendo ruidos extraños.

Mientras trataba de volver a sintonizar bien la emisora, de un aparato eléctrico de baterías que había dejado mi primo en su cama comenzó a salir un sonido repentinamente. El juguete era una especie de piano que funcionaba con baterías que en la pantalla daba la hora.

Me levanté de mi cama y dejé el libro y el cuaderno donde estaba escribiendo y me dirigí específicamente hacia el juguete. Debo admitir que para ese momento me comenzaba a sentir un poco incómodo y con miedo.

El aparato no paraba de repetir el mismo sonido muteado pero constante a volumen relativamente bajo, mientras la grabadora volvía a tener interferencia. Volví a ver el reloj digital que estaba en mi habitación de forma casi automática y marcaba la una de la tarde con cuarenta y nueve minutos.

Quería salir corriendo, pero como la vez de la luz, mis piernas, por no decir mi cuerpo entero se habían quedado paralizados. La interferencia de la radio había anulado por completo la música y en reemplazo había dejado una especie de conversaciones que en mi mente trataba de entender o al menos asimilar de qué estaban hablando, tanto la grabadora con el juguete de mi primo estaban sincronizados y ambos emitían el mismo sonido.

Creo que pasaron un par de minutos, no sabría decirlo con certeza, pero mi mente se concentró tanto en la conversación que por momentos creía entender de qué estaban hablando. De pronto escuché al unísono en los aparatos algo como que fuera el líder dando una orden y al instante mi cuerpo reaccionó, el aparato de mi primo, que luego me di cuenta que no tenía baterías, se silenció por completo, mientras mi grabadora repetía Oo-hoo-hoo-oo-oo Is enough... el final de la canción.

Me abdujeronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora