Epílogo.

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—Chris, ¿puedo pedirte un favor?— pregunté con los ojos entrecerrados. Mi voz sonó distante, y la imposibilidad de mover la pierna derecha me incomoda bastante.
—¿Qué pasa Vins?— responde acercándose. Puedo notar como estar aquí le molesta, le trae malos recuerdos y eso me hace sentir mal de cierta forma.
—Quiero que la busques, y le entregues eso por favor — le pedí señalando el papel doblado que dejé sobre el mueble de madera.
—Vas a salir de esta wey, porque la gente chingona como tú ilumina el mundo, a pesar de que las cosas estén jodidas — anima al captar lo oculto de mis palabras. Una media sonrisa se dibuja en mi boca.
—Tú lo escuchaste, hay pocas posibilidades de sobrevivir a la operación. Y no estoy preparado para ello, tengo miedo — reconozco con tristeza. Cada palabra pronunciada me quiebra el corazón,  destroza mis esperanzas de seguir adelante.
—Vas a salir de aquí pendejo, y te guste o no serás el padrino de mis hijos. Me importa un carajo llevarte en silla de ruedas, tu vas conmigo a conocer el mundo. Así lo planeamos y así será —.
—Chris, por mas que quiero animarme, no puedo. Me aterra la idea de saber que hoy puede ser la ultima vez que platique contigo. Me aterra pensar que si todo sale mal, jamas volveré a verlos, y todo se ira a la mierda — explico mientras mis ojos se inundan de lágrimas.
—Me vale una hectárea de verga si tengo que donar mi corazón para que te aferres a la vida. Es nuestra promesa irnos juntos a la tumba, somos hermanos. ¿Recuerdas?—  Chris me miroacon melancolía al decir eso. Esa promesa está latente desde que somos unos niños

Amuraker: Inicios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora