you, clouds, rain | kang daniel

tres.

Lunes 2 de Diciembre. 11.40 a.m.

Jisung se caracterizaba principalmente por ser una persona expresiva, con tan solo verle el rostro te dabas cuenta de lo que pensaba, y al ver que Jion pasó la noche abrazada a Daniel luego de rechazar una propuesta de matrimonio tan solo unas horas atrás lo dejó bastante confundido. Si se pudiera expresar su rostro en palabras, sería algo como No me está gustando esto, pero sigue contando. 

—No me está gustando esto, pero sigue contando —habló, con el tono de disgusto.

—Por favor no empieces, me cuesta mucho contarte esto y eres mi mejor amigo; lo que menos espero es que me juzgues —expresó frustrada. Más complicada no podía estar; era obvio que sería mal visto lo que hizo, y se le hacía aún más difícil soportarlo cuando Jisung estaba en esa disposición.

—Está bien, pero antes de que me sigas contando necesito saber, ¿Hablaste con Minhyun? —Jion asintió.

—Está consciente de la situación, me odia un poco y con bastantes razones; porque no solamente me negué a ser su esposa sino que también lo herí de otra forma —hizo una pausa para analizar sus palabras. —Woah, ¿En serio fue tan feo como se oye?

—Siento que todos menos él sabíamos que lo más probable era que algo así pasara, digo, sobre la proposición, pero nadie tuvo el coraje de admitirlo. Bueno, ahora cuéntame un poco más antes de que sea la hora de ir a clases.

Sábado 30 de Noviembre. 10:07 a.m.

Jion despertó por el aroma a café, había dormido lo suficiente como para sentirlo entre sus sueños y se sentó lentamente. Daniel no estaba a su lado, así que se levantó y caminó hacia la cocina para ver la máquina de café funcionando sola, junto a varios platos con comida que estaban preparadas pero sin rastro de su cocinero.

Se devolvió al pasillo de las dos habitaciones y el único baño, verificó que la ducha no estuviera funcionando y se quedó quieta al no percibir ruidos. Cuando decidió volver a la sala principal, la puerta del baño se abrió de forma abrupta haciendo que se sobresaltara, para después encontrarse a Daniel completamente vestido, mientras se secaba casualmente el cabello con una toalla.

—¡Despertaste! —exclamó con una sonrisa. —Buenos días, pequeña.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó con tu fiebre? Anoche estabas delirando —cuestionó preocupada.

—Bueno, desperté sintiéndome mucho mejor y decidí compensar tu ayuda preparando un desayuno de cumpleaños —respondió animado. Jion quedó perpleja, jamás había conocido a alguien tan risueño y energético, mucho menos a estas horas.