CAPÍTULO 2

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«Usarás el vestido de novia que yo escoja»

Eso le dijo la tía Abuela Elroy, mientras le arrebataba el muestrario de telas que la modista le había mandado.

«Tienes que comprender que no estás en posición de elegir, Candice. Las chicas como tú, simplemente no pueden ser premiadas»

Los ojos de la mujer centellaron con furia, mientras observaba a la frágil muchacha. Realmente no podía ocultar cuánto le odiaba.

«No mereces nada. Renunciaste a todo, cuando te atreviste a deshonrar a nuestra familia»

El recuerdo de aquellas palabras lastimó la mente de Candy, e hizo que la tristeza le invadiera por completo. Observó el estuche en donde yacía el vestido de novia y sintió escalofríos. El vestido era hermoso, la modista no le hizo caso a Elroy y confeccionó un vestido moderno y realmente bello, sin embargo, Candy seguía sintiéndose herida, porque a ella le hubiese gustado elegir su propio vestido, pero ¿qué más podía hacer? La tía abuela, sencillamente no la soportaba.

La rubia muchacha tomó un respiro y luego reflexionó sobre los acontecimientos más recientes.

Muy pronto se dio cuenta, de que no había pasado ni un solo momento, en el que la tía abuela Elroy, se olvidara de lo que sucedió en Miami. La mujer no quitaba el dedo del renglón y no paró de insultarla desde el preciso instante, en el que la pesadilla comenzó.

«Eres una ramera... las rameras no deberían casarse, mucho menos con gente tan importante, como lo es el hijo de un duque»

Expresó la mujer con desprecio, estaba verdaderamente molesta aquella noche, en la que se reunió con el padre de Terry, para darle la bienvenida a Norteamérica.

«Pero ¿qué otro camino me queda? William tuvo el mal tino de adoptarte y hacerte parte de la familia. Terrence está dispuesto hacerte el favor. Así que no me queda más que verte tomar lo que en realidad no mereces»

Los ojos de Candy se llenaron de gruesas lágrimas, mientras recordaba aquellas crueles palabras. Escuchar tantas veces ese tipo de regaños, terminó por resquebrajar su espíritu y la convirtió en un blanco vulnerable ante los ataques. Nada quedaba de aquella chica astuta y rebelde, que siempre tenía una respuesta para todo.

Le dolía el corazón al pensar en las frases, que Elroy le dedicaba todo el tiempo, y no tanto por ella, sino también le dolían por Terry. Candy tenía ese horrible sentimiento, de estarlo obligando a contraer matrimonio. No podía perdonarse, no deseaba unirse a Terry de esa forma. No después de lo que él había pasado, con aquella mujer que lo mantuvo su lado por tanto tiempo.

—Faltan menos de quince minutos para marcharnos, ¿y tú aún no estás lista? —cuestionó Elroy con severidad, haciendo que Candy saliera de sus reflexiones y saltara por el susto, que le provocó ese horrendo grito—. ¡Eres un desastre! Definitivamente no hay remedio para ti.

La tía se acercó hasta la muchacha y luego la tomó del brazo ejerciendo una violencia innecesaria. A pesar de la edad que poseía, su mano era enérgica y fuerte. Candy hizo un gesto de dolor, pero no se defendió, ni tampoco respondió nada, simplemente se dejó llevar hasta el tocador.

—Ponte presentable. No quiero verte lucir así de fachosa, ¿has entendido? —Candy afirmó, mientras comenzaba a buscar desesperadamente un cepillo—. Dejaré que la chica O'Brien entre aquí para que te ayude y más te vale quitar esa cara de sufrimiento, no me conmueves, así que no te esfuerces en hacerlo. No eres inocente niña tonta, tú y yo lo sabemos... —La tía la miró despectivamente—. Quiero que cumplas con tu deber, sin que nadie más se entere de la verdadera razón por la que te casas, ¿entendido?

Solamente Por AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora