Mis Ultimas Vacaciones

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   Esa noche de verano hacía mucho calor, yo estaba en mi cuarto pensando en mi primo del cual no sabíamos nada, ya que no se comunicaba. Estaba a punto de salir de mi cuarto cuando escuché alguien acercarse. Era mi primo, lo saludé pero al instante noté que algo le preocupaba:

—Juan, ¿qué pasa? —le dije—. Preocupado ya que estaba muy pálido.

No me contestó al principio, tenía la mirada perdida. Se sentó en mi cama. Luego de un rato, habló.

—Te vengo a contar mis vacaciones —. Me dijo.

—Bueno, ¿qué te pasó? —. Le contesté medio extrañado.

Como sabes, nos fuimos a Pinamar de vacaciones. En vez de alquilar el hotel, del que tanto te hablábamos, fuimos a una cabaña. Esto pasó ya que papá se había olvidado de hacer la reservación.

Con ojos vacíos miró a la nada.

—Perdón —.Y siguió.

» Cuando llegamos al lugar, nos recibió un viejo sacado de un libro de Stephen King. Era flaco, con cara alargada y unos ojos oscuros como la noche misma.

—Buenas tardes —. Dijo el viejo.

—Hola —saludó papá —. Estamos buscando alojamiento. ¿Tiene alguna cabaña disponible?

—Sí, tengo una, pero antes tengo que hablar con mi socio.

» Después vimos como entraba a una especie de recepción y hablaba por teléfono con alguien. Pensamos que pasaba algo, ya que se escuchaba una pelea.

» Volvió enojado y de mala gana, dijo:

—Después de un rato de deliberar con mi socio, les puedo alquilar la única cabaña disponible, pero antes me tiene que firmar unos papeles. Pero le advierto, en esa casa pasan cosas fuera de lugar.

Nos extrañó mucho lo que dijo.

» Camila abrazó a mamá con cara de miedo. Nos quedamos afuera mientras Papá fue a buscar la llave.

» Después de volver con la llave de la cabaña, nos comentó que el contrato de alquiler decía palabras como: objetos robados, cortes de luz, entre otras cosas.

—Debe ser para que no los demandes —. Dijo mamá.

—Sí, debe ser por eso —. Aclaró papá sin darle importancia.

» El camino a la cabaña parecía salido de una película de terror. Estaba en medio del bosque y no tenías vecinos en la zona. Por dentro estaba bien, cuatro dormitorios, dos baños, una cocina grande, dos pisos, estaba aceptable.

» Los primeros días fueron tranquilos, pero luego, pasó algo. Nos despertamos bien temprano para poder recorrer el bosque, bajamos a la cocina y nos encontramos con el desayuno servido. Al principio pensé que había sido mi mamá, pero estaba bajando detrás de mí. Nos miramos los cuatro con cara de sorpresa.

— ¡Qué rico!, nos hicieron el desayuno —. Dijo mi hermanita.

—En el contrato no figuraba ningún desayuno —. Comentó extrañado papá.

» Nos fijamos si la puerta estaba abierta; ya que no habíamos escuchado entrar a nadie. Para nuestra sorpresa, estaba cerrada. Decidimos tomarlo, pero el café estaba frío. Yo lo calenté varias veces, pero aún seguía frío.

» Eso fue la primera cosa que me extrañó o más bien el primer hecho extraño. Luego, de ese misterioso desayuno, papá y yo fuimos a buscar al encargado para que nos explique.

» Llegamos después de una larga caminata ya que como te mencioné estaba bastante lejos. El viejo estaba sentado detrás de un escritorio mirando un televisor en blanco y negro.

— ¿Qué pasa? —. Nos dijo con mala gana.

— ¿Quién llevo el desayuno a la cabaña? —. Preguntó papá.

» El viejo palideció de golpe y esos ojos oscuros se clavaron en la nada.

» Luego de unos segundos habló:

—Les dije que pasaban cosas raras en esa cabaña, ¡está maldita! Hace muchos años una familia como ustedes la alquiló. El último día fui a buscar la llave para que me la devuelvan y cuando entré a la cabaña no había nadie. Desaparecieron de la nada. La policía lo investigó, pero llegaron a la conclusión que probablemente se fueron a la noche ya que no había ningún bolso ni nada. Lo más raro del asunto es que estaba el desayuno hecho, había café en cuatro tazas y medialunas.

—Justo lo que encontramos —. Dije yo asustado.

» Mi padre luego de que saliéramos me comentó que para él era todo una broma pesada del viejo. Lo había hecho por aburrido. Yo me quedé pensando, tal vez tenía razón pero había algo en ese lugar que no me gustaba nada.

» Para mí no era una broma. Me puse a investigar por mi cuenta hechos o rumores que la gente del lugar contaba. Descubrí una serie de eventos inexplicables que envolvían a la cabaña en cuestión. Estos se remontaban a la década de los 50s.

» Me pareció conveniente anotar todo esto en un libreta, me sentía como Fox Mulder de los Expedientes Secretos X. Estos rumores iban desde secuestros, abducciones, asesinatos, vampiros, etc. Empecé a formular mis propias teorías, en cambio mi familia pensaba que estaba jugando a los detectives y lo dejaban como una actividad de verano. Sin embargo, yo sentía que alguien me observaba y creía escuchar voces en la noche.

» Pasaron varios días hasta que decidí adentrarme más en el bosque, a pesar de que había una alambrado. Al adentrarme parecía que el bosque no tenía fin y que tarde o temprano me perdería.

» Mientras caminaba por ese bosque infinito, para buscar alguna pista, me pareció escuchar ruidos a lo lejos. Ya se había hecho de noche y mi orientación se esfumó. Caminé varios kilómetros y encontré una luz a lo lejos. La seguí con la leve esperanza de encontrar de nuevo las cabañas. El lugar que encontré era una vieja casa de madera sucia, con musgo y toda rota. Escuché ruidos dentro y me asusté. Vi salir a dos encapuchados, estos empezaron a caminar por fuera de la cabaña. Cada paso que ellos daban yo retrocedía. Tarde. Quise huir, uno me atrapó, no sé quiénes o qué eran, pero no eran humanos.

» Me llevaron a la casa, al entrar parecía todo normal excepto que había una puerta trampa en el piso. Me pusieron una capucha y bajamos. Cuando me la sacaron, el lugar era como una especie de cripta con una mesa de piedra...»

— ¡Fede! — gritó mi mamá y entró de golpe a mi cuarto —Tengo malas noticias, acaban de descubrir el cuerpo de Juan en el bosque. ¡Está muerto!

— ¿Cómo que está muerto? —. Dije asombrado —. ¡¡Es imposible mamá!! Si vino a verme. ¡Si esta acá!

Miré hacia el lado donde estaba sentado. No había nadie. Mi mamá me miró con una cara extraña. Yo no sabía cómo actuar.

—No se sabe nada, la policía encontró la cabaña vacía — Dijo mamá y comenzó a llorar.

Mis Ultimas Vacaciones Por Federico LiserreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora