Parte 1: Serendipia

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"Lucas, si estás leyendo esto es porque ya estoy muerta."

Todo se ha acabado.

Desde que encontré el sobre por la mañana supe que se trataba de un libro. El último libro de Ileana.

"Lucas, este es mi último libro... y es para ti.

Tenemos más de veinte años juntos y me conoces tan bien como yo a ti. Sabes que tengo una obsesión con la literatura. Asististe a cada una de las presentaciones al público de mis libros. Estuviste a mi lado en los mejores y en los peores momentos de mi vida."

No estoy seguro de poder seguir leyendo. No estoy preparado, pero lo hago de todos modos.

"Sé que sabes todo lo que voy a escribir a continuación, pero solo sabes tu versión.

Esta es mi versión Lucas y espero que te guste tanto como a mí.

Solo contaré el principio. Porque el principio es mi historia. Mi historia en la que un chico de ojos color miel y un cabello rubio, con raíces a penas visibles de color castaño, se entrometió. Sabía que no usabas tinte, pero me gustaba jugarte bromas pesadas cuando estábamos chicos. Simplemente eras una mezcla perfecta de tus padres que eran tan distintos. Y Lucas, de pronto te volviste tan importante en mi historia que poco a poco se fue convirtiendo en nuestra historia.

Es ahí donde este libro llegará a su fin. Terminará en el principio de nuestra historia. Donde te volviste tan inexplicablemente importante y cuando comprendí que un mundo sin Lucas LaRusso ya no era algo que pudiera soportar.

Hace diez años yo no tenía ni idea de él que tendría que enfrentar este mundo solo serías tú. Y lo siento mucho, Lucas, de verdad.

Por eso escribo este libro. Mi versión de los hechos. Para que algún día puedas salir adelante y enfrentar un mundo sin mí.

Así que empecemos por el principio. ¿Cuándo fue la primera vez que me percate de tu existencia? Ah, sí, cuando tenía doce años y me tocó revisar tu examen de gramática. Tenías bonita letra para ser un niño. Ya me habían hablado antes de ti, sabía que te gustaba desobedecer y que eras muy bueno haciendo amigos. Vaya que lo eras.

Nunca fui objeto de burlas, pero sabía que tú, tus compinches y la mayoría de los niños sabían que yo, Ileana, nunca había besado a alguien ni tenido novio. Ni siquiera de los de pre-primaria. Y a pesar de que para ese entonces la lectura ya era una de mis mayores aficiones, ya me había hecho de amigos y siempre me ha gustado hablar hasta por los codos, así que no, nunca sufrí de burlas. Mas sabía que algunas personas hablaban mal de mí a mis espaldas, pero todos lo hacemos en algún punto, ¿no es así?

Y a los doce años, tú me retaste a que te besara y yo te empujé para que me dejaras en paz. Porque no me retaste porque pensaras que era bonita, lo hiciste porque querías probar algo. Quiero que sepas que esa es la razón por la que crecí como una mujer de retos, gracias, ya que inconscientemente me enseñaste a no dejarme pisotear por los demás.

Después de eso empezamos a ser amigos. No cercanos, pero conocíamos una que otras cosas sobre nosotros. Tú me jugabas bromas y yo te las devolvía a la misma potencia, justo como Gilford y Teddy en Ahora o nunca, un pésimo libro, no lo vayas a leer."

No lo leeré, lo prometo.

"Pero no me gustabas, en ese tiempo nunca me pareciste atractivo y nunca pensé en ti de otra manera que no fuera el compañero de clases con cabello rubio que a penas y soportaba. Después pasamos a la secundaria y desapareciste. Te fuiste y no dejaste un espacio vacío. De hecho, no me percate de tu ausencia hasta tres años después cuando entramos a la preparatoria y te volví a ver.

EfímeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora