IV

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     No me causa felicidad decir esto, pero entendí el juego a la perfección

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     No me causa felicidad decir esto, pero entendí el juego a la perfección. Comprendí el mecanismo, que era lo que agitaba la entrepierna de un hombre y que la de una mujer. Comprendí cómo hablar, moverme, incluso como gesticular y mirar. Era todo un arte y yo me encontré fundida en esta. Aunque no todo era color de rosas.

—Señor...— intenté detenerlo de forma amable, su agarre en mi cintura estaba doliendo más de la cuenta, solía suceder cuando se entusiasmaban, y en su mayoría bastaba con hacerlo notar para que se detuviera. En su mayoría...

No he dicho que hables, puta de mierda— sus palabras me silenciaron y por dentro quería llorar, pues sabía el modus operandi de los de su tipo.

     Me tiró contra la cama con violencia, suerte que estaba acostumbrada y que no me caí al suelo. Lo primero que hizo fue sacarse el cinturón y lo ató a mi cuello; sus ojos marrones estaban inyectados de drogas y violencia animal. Temblaba de miedo.

—Desvísteme, puta asquerosa— su vocabulario solo empeoraba mi estado. Debía pensar el cosas lindas rápido o para el momento del coito yo saldría perdiendo.

     Hice lo que me pidió, lo desvestí, y él se encargó de denigrarme con sus palabras y actos, refregó su miembro por mi cara mientas se reía y desestimó mi cuerpo mientras lo tocaba, recordándome lo usada y sucia que era, sin olvidarse de mencionarme que solo era un agujero para usar y, eventualmente, deshechar.

— Ven putita, que te voy a hacer disfrutar— y dentro mío realmente deseaba que fuese así, deseaba disfrutar, pero no podía, el contexto no me dejaba.

     Volver al pasado en mi memoria y recordar quien me tocaba de esa forma era muy doloroso, pensar en quien lo hacía ahora era una pesadilla y mi futuro se veía muy nublado como para fantasearlo, me veía estancada en un pozo y por primera vez en mi vida no tenía idea de cómo salir.

     El dolor era insoportable, pero al mismo tiempo debía hacerlo, debía soportarlo, y si no podía fingir el placer mantenerme callada y sumisa. Con los ojos bien cerrados intenté relajar mi cuerpo así el no se quejaba, terminaba rápido e intentaba que no doliera tanto, pero su bruteza era demasiada y me estaba lastimando a propósito.

—Quiero que me mires mientras te hago mujer— dijo tomando mi rostro con una de sus manos de forma muy fuerte, tanto que logró que mordiera mi mejilla y me lastimase. Obedecí, pero me fue imposible no soltar lágrimas, al parecer eso le gustó, ya que empezó a moverme de forma más frenética, con una sonrisa en sus labios.

     Liberó su esperma dentro de mi en un extraño sonido y separó su cuerpo peludo y con sobrepeso de mi solo para tomarme del pelo y tirarme contra el suelo, mi cabeza chocó contra el piso y cuando alcé mi cabeza para mirarlo, confundida, el me escupió en el rostro.

—Las putas como tú se merecen peor trato, pero esto de humor así que seré benévolo—y con ello se fue, arreglando su pantalón, aún con la remera sobre su hombro y olvidando su cinturón alrededor de mi cuello.

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⏰ Última actualización: Jan 05, 2018 ⏰

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