60 Segundos

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Para mi él era único, una perfecta obra de arte, un Miguel Ángel que solo se encuentra en Florencia.
Y él simplemente se olvidaba de qué día era y dejaba de hablarme. Sin mensajes ni cariño su presencia era tan sólo producto de mi imaginación. Sin embargo, le amaba con pasión, cariño y afecto, pero con miedo, el temor a querer tanto que duela. Porque hasta entonces amar y querer parecía ser lo mismo y sufrir por amor nunca había estado contemplado. Ahora sabía a lo que se referían, vivía con él, sin él, con tan sólo una minúscula parte de su ser.
Aprendí que a veces querer no es suficiente para una persona porque se necesita mucho más. Eres importante pero no imprescindible, te extraña pero no siempre te echa de menos. Fue un día cuando descubrí que el amor dolía, que las palabras se las lleva el viento, que el cariño es más que ser amigos, es aprender a ser confidentes.
La amistad era mucho más que el significado de la palabra lealtad. Y cogerse de la mano estaba sobrevalorado sino se entrelazaban nuestros dedos.
Comprendí que yo entraba dentro de sus planes pero no formaba parte de ellos. Quería decir que el sexo era solo sexo, porque al fin y al cabo era tan solo la fuerte unión de dos cuerpos vivientes, vacíos, latiendo sin sus almas.

Todo Lo Que Nunca Te DijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora