48 Segundos

12 0 0
                                    

En ocasiones me sentía Penélope, mujer de Ulises, siempre en los aposentos esperando a su héroe. A penas nos veíamos, ya no nos escribíamos, pocas veces nos tocábamos y ya nunca nos besábamos. La misma historia, pero sin un viaje, simplemente nos separaban kilómetros y nos faltaban las agallas y ganas de estar juntos de nuevo.
Anhelaba el sonido de su voz, el susurro gutural que hacía cuando me despertaba antes de levantarse porque decía que era la única fórmula para pasar un buen día. Extrañaba el olor de aftershave y su característico "no llevo colonia", porque a pesar de solo oler a suavizante seguías impregnando con tu olor toda mi esencia.
Recuerdo observarte fumar y discutir sobre las consecuencias negativas que tendría a la larga, y como el tabaco se convirtió en marihuana y sexo contigo. Yo arriba: gimiendo, gritando, cabalgando sin miedo a nada ni nadie, culpando a la rebelde juventud de nuestros días y las locuras que estábamos haciendo juntos. La vergüenza se fue, la adolescencia también y nos hicimos mayores con miedo a dar un paso y retroceder dos atrás, sin acordarnos de las locuras que una vez cometimos y los obstáculos que una vez superamos.

Todo Lo Que Nunca Te DijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora